“En esta tierra soy un extranjero” (Salmo 119:19)
En todo el Antiguo Testamento hay un sólo versículo que dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levíticos 19:18), que son las palabras que Jesús repite luego a sus discípulos. Sin embargo, en contraste, hay 36 ocasiones en donde el mandato bíblico ordena amar a los extranjeros.
No cuesta mucho amar al prójimo que siempre es el próximo, el que está más cerca, el que más se parece a ti y que comparte no sólo tu raza, sino de alguna forma, tu manera de vivir y enfrentar la realidad. El gran problema es prodigar afecto a quien es todo lo contrario a ti.
Analizando este versículo el rabino judío Jonathan Sacks, quien fuera uno de los principales líderes de la comunidad judía de Gran Bretaña dice: “El desafío religioso supremo consiste en ver la imagen de Dios en alguien que no está hecho a nuestra imagen” (citado por Yancey, 2015: 39). ¡Qué gran verdad! Acercarnos a quien es diametralmente opuesto a nosotros resulta ser sumamente difícil.
Teresa y Fernando son una de las parejas que amamos. Nos hicimos amigos en México. El primer fin de semana que pasamos en Chiapas, cuando llegamos a vivir allí, estábamos solos mi esposa y yo en casa, mirando el paisaje y añorando lo que habíamos dejado atrás. Veníamos de haber vivido en Australia, y todo lo que había en nuestro nuevo país nos parecía extraño, y, nuestros sentimientos eran de nostalgia, nuestros hijos repartidos en España y Argentina, nuestros padres y hermanos en Australia y Chile, y nosotros metidos en las montañas de Chiapas en un lugar que no sentíamos nuestro. Pero, tocaron a la puerta y apareció Teresa con su sonrisa tan hermosa y detrás Fernando con un rostro lleno de alegría y nos abrazaron y nos dijeron que venían a saludarnos. Demás está decir que se convirtieron en nuestros mejores amigos hasta el día de hoy. No sólo recibieron con cariño al extranjero, también le dieron sentido al ser cristiano, porque no se quedaron el palabras, lo expresaron en acciones.
En algún sentido, todos somos extranjeros en esta tierra, y por lo tanto, todos debemos tratarnos de la mejor forma posible, especialmente si decimos ser hijos del Dios de los cielos que no hace acepción de personas y suele tratar a todos con cariño y bondad.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez.
Del libro inédito: SALMOS DE VIDA
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