“El odio provoca peleas, pero el amor perdona todas las faltas” (Proverbios 10:12)
Odio y amor no pueden convivir juntos. Lo más extraño es que muchos que se hacen llamar cristianos presumen que si. Se jactan de “defender los principios de Dios” a costa de insultos, descalificaciones y todo tipo de odiosidades que nada tienen que ver con el espíritu que manifestó Jesucristo.
Una breve visita a las redes sociales, donde pululan “cristianos” que “ponen en alto la Biblia y a Jesucristo” es como un breve paseo a las profundidades de la soberbia, el orgullo y la vanidad.
Si quisiera conocer a Cristo no podría hacerlo guiado de la mano de personas que en su ceguera no entienden que la defensa de principios bíblicos no consiste en atacar, humillar, denostar, insultar o menoscabar la dignidad de otros seres humanos.
La imagen que muchas personas tienen de los cristianos es la de personas irracionales, con graves problemas de personalidad, tercos, caprichosos, e infantiles en su forma de actuar y pensar.
Uno de mis profesores, en la Facultad de Filosofía, en la universidad donde estudié me calificó de “retrasado mental” cuando se enteró que era cristiano, lo que ocurrió la primera semana de clases. Fue su forma de descalificarme frente a lo que conocía de otros creyentes que se habían cruzado en su camino. Luego de cuatro años de interactuar en diferentes cursos, de guiarme en mi tesis de licenciatura, y de ocupar horas de conversación honesta me dijo, como elogio:
—Al menos conozco a un cristiano que no sufre de retraso mental.
Sé, por sus labios, del desencanto que le provocaron los muchos cristianos que conoció. ¿Eres tú piedra o camino para otros?
“Se puede asumir con cierta seguridad que uno ha creado a Dios a su propia imagen cuando resulta que Dios odia a toda la misma gente que uno” (Anne Lamott)
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez.
Del libro inédito: REFLEXIONES AL AMANECER
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