El valor terapéutico del perdón



“Señor, tenme compasión; cúrame, aunque he pecado contra ti” (Salmo 41:4)

Otras versiones de este texto hablan de “sanar” o “restaurar”, expresando la misma idea. Buscar a Dios para ser perdonado y de esa forma experimentar sanidad mental y física, porque los errores que cometemos y las acciones malas que realizamos dejan secuelas físicas y emocionales. Por lo tanto, el perdón es sanador, toda vez que permite una oportunidad nueva y da esperanzas. El perdón restaura y logra abrir un horizonte de nueva luz a quien se ha hundido en la oscuridad de la auto destrucción o la culpa.

Pero también el perdón tiene un valor sanador en la persona que perdona porque se quita una llaga de encima, una herida que supura deja de hacerlo y se convierte en bálsamo de sanidad.

No puede haber alegría allí donde no hay perdón. Se autoengaña quien cree que puede vivir en paz y realizar una vida de plenitud mientras no haya dado el paso del perdón. Esto es incluso radical aún sin que me hayan pedido perdón, porque no se necesita el arrepentimiento del ofensor para que pueda dar perdón, unilateral y sin haber tenido evidencias de que la persona ofensora cambiará siquiera.

Las personas que no perdonan terminan enfermándose de odio. Van llevando una carga de resquemor que termina pasándoles la factura a su cuerpo. En cambio, quienes dan el paso de perdonar y dejan ir la maldad de la que han sido objeto, pueden vivir en paz, consigo mismo y con el mundo. Logran construir vidas con sentido y olvidar, gesto sumamente importante para la restauración del trauma y que quienes no perdonan viven permanentemente presente, como si el hecho hubiera ocurrido hoy.

—Es que me ofendió.

—Si lo sé —le dije a la mujer, intentando no parecer condescendiente— pero —agregué— si no da vuelta la hoja, estará toda la vida con ese dolor presente y no la dejará vivir en paz.

—Es que no quiero. Nunca lo voy a perdonar.

Me quedé en silencio mientras pensaba para mis adentros, “entonces morirá joven, amargada, sola, llena de resentimientos y preguntándose cuándo comenzó todo. El día en que quiera volver atrás probablemente ya será tarde, o estará tan enferma que no podrá o tan lejos que no sabrá”.



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
Del libro inédito: Lazos de amor

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