Construir amistad



“No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre” (Proverbios 27:10)

Los amigos son como los libros, no podemos tenerlos todos, sería imposible, así que terminamos quedándonos con pocos, pero imprescindibles, aquellos que nos recuerdan a cada momento lo hermoso que es tener su compañía y enriquecérnos mutuamente con nuestra mutua presencia.

Pero, para que la amistad tenga sentido, debe crearse y alimentarse entre dos. No existen amistades unilaterales donde uno invierte y la otra parte no hace nada, eso siempre termina mal.

Los amigos tienen acuerdos, se genera entre ellos un grado de complicidad en temas que viven y disfrutan juntos, hay intimidad que los lleva a revelar parte de su vida cosa que no harían con nadie más, hay confianza, no sólo para contar sus vivencias, sino para compartir la vida. Esos son los lazos que duran toda la vida, todos los demás, simplemente, vínculos que pasan, que son tamo de un día.

Cuando hay amistad de verdad, puede ser un vínculo aún más fuerte que la relación que se establece con cónyuges e hijos, porque de algún modo responde a una vivencia elegida y compartida a voluntad.

Las amistades que perduran se alimentan, con mensajes, muestras de afecto, comunicación, y la lealtad permanente. Porque nada daña más una amistad que la falta de lealtad.

La vida humana no sería lo que es sin la amistad. Por eso es tan importante cuidar a los amigos verdaderos, así como hacemos con los libros que nos han enriquecido y formado.

La vida es demasiado corta como para andar por allí como si no necesitáramos a nadie, porque si hay algo esencial en el ser humano es que siempre precisamos de alguien aunque sea para hacernos reír un momento.

“La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea” (Alberto Moravia)



Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer 

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