Reconciliarnos con la vida



“Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado” (Isaías 43:18)

Es cierto que debemos despojarnos del pasado para impedir que nos prive de vivir con alegría nuestro presente. Sin embargo, para hacer eso es preciso aprender qué hacer, no es cosa de magia ni tampoco sólo de voluntad.

Muchas mujeres han tenido que lidiar con el abuso, la violencia, la ausencia de sus padres y un sin número de situaciones que parecen tomadas de un libro de terror, pero por mucho que un texto terrorífico nos parezca horripilante, lo es mucho más la realidad. Siempre lo real supera a la ficción.

¿Qué hacer? Los hechos pasados no van a cambiar por mucho que nos duelan. Eso, que parece una frase fría y apática no lo es de ningún modo, es simplemente, que para avanzar es preciso dejar las cosas en claro y establecer ciertos límites fundamentales.

“El pasado, pisado”, dice por allí una frase, que expresa que lo que pasó ya está en un terreno en el que, supuestamente, difícilmente algo podremos hacer. Pero, es un error dicho pensamiento, porque a menos que nos reconciliemos con lo que ha pasado, difícilmente nos podremos proyectar a mañana y vivir un día presente en paz.

Una de las cosas más difíciles y necesarias es sincerar nuestro pasado. Eso implica, llamarlo por su nombre, sin eufemismos ni justificaciones. Los seres humanos tenemos la tendencia a adornar los que nos ha pasado, especialmente si nos causa dolor. Lo correcto es ser honesto con nosotros mismos y con lo que nos pasó.

En una ocasión le dije a una paciente que insistía en llamar “errores involuntarios” al abuso de su padre.

—Dices “involuntario” porque te niegas a llamarlo por su verdadero nombre y decir simplemente: Mi padre fue un abusador.

Es difícil aceptar que alguien llamado a ser nuestro protector, pueda en realidad, ser nuestro depredador, pero así es cuando es verdad y confrontar el hecho con verdad ayuda más que negar la realidad con un eufemismo que, simplemente, sólo sirve para evadir la realidad.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado

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