La luz del amor



“Ni se enciende la lámpara y se pone debajo de un almud, sino en el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa” (Mateo 5:15)

No es posible vivir sin luz. 

Cuando alguien está privado de luz, poco a poco va perdiendo vitalidad y ganas de vivir. La luz es fundamental para la vida. No sólo da alegría y energía, simplemente, sin la luz muchos procesos biológicos básicos no podrían realizarse. 

Por eso que poéticamente el físico y premio Nobel, Albert Einstein se refería a ella diciendo: “Luz, sombra de Dios”.

Por esa razón, el texto dice que la luz debe estar en el lugar que alumbre. ¿De qué sirve una luz escondida o puesta debajo de un almud? Las lámparas y los faroles se ponen en el lugar que sea más visible y donde proyecte más y mejor su luminosidad.

Tomando estas ideas como analogías podemos decir que el amor es vital para el ser humano. Sin amor, sobrevivimos, pero no vivimos. El amor energiza, da vitalidad, permite soñar y crear proyectos. Es posible pensar en el futuro con esperanza. Por esa razón la gente dice que a los enamorados “les brillan los ojos”, una forma metafórica de decir que el amor les llena de luz. Como diría Cirulnyk, “el amor sana”, porque lleva luz a esas zonas oscuras de nuestra existencia que se han quedado a oscuras por el dolor y el sufrimiento.

Los que están verdaderamente enamorados despiertan la envidia de quienes ven su felicidad como algo que todo ser humano quisiera gozar. La risa franca y espontánea de parejas felices, mueve a empatía y complicidad de quienes les contemplan, porque el amor es contagioso, dan ganas de experimentarlo. Hasta el más duro de los seres humanos, encallecido por la vida y las circunstancias, se doblega y se enternece frente al amor.

No ha existido ningún tirano ni dictador que no haya tenido un gran amor, porque nadie, en su sano juicio, puede prescindir del amor. Podemos fingir que no nos importa, o hacer como que no es importante para nosotros, pero sólo será una pretensión que no tendrá valor real. En el fondo, siempre sabremos que sin amor seremos como nómadas errantes sin encontrar nunca un oasis de paz. Es cosa de mirar el rostro de los enamorados. Su luminosidad y alegría conmueve, precisamente, porque dan rienda suelta a una necesidad básica de todo humano.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Lazos de amor

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