Violencia simbólica



“Tú,  ¿quién eres para que juzgues a otro?” (Santiago 4:12).

Hay muchas formas de violencia, una de ellas es cuando subidos a un podio de certezas descalifico a quienes tienen otra creencia.

Un cristiano que se jacta de tener una verdad, pero descalifica, denuesta, agrede, moteja, ironiza, y maltrata, demuestra con ese acto estar muy lejos de la bondad y amor de Cristo.

Está de moda, en algunos círculos, hacer una lectura acomodaticia de la cita bíblica: ‘No juzgar’ y se arrojan a sí mismos el derecho a maltratar con términos descalificadores a todos aquellos que no compartan sus propias opiniones.

Una cosa es analizar ideas, otra muy diferente, maltratar personas. No captar la diferencia, es simplemente, una forma burda de justificar la violencia con fines religiosos, vieja historia que arrastra siglos, pero que está más vigente que nunca.

Las redes sociales, mucho más que antes en la historia, está permitiendo el florecimiento de personas que en el afán de defender la verdad se dedican a motejar, violentar, insultar, motejar y destruir a otros, cuyo único pecado es pensar diferente.

Cuando al defender la verdad considero que el que opina diferente a mí merece las penas del infierno sólo porque su visión de la vida es distinta, entonces, algo muy malo ocurre con esa visión de la religión.

Si la religión no construye, termina destruyendo. Si en el afán de defender una verdad religiosa termino maltratando a un semejante, eso es señal de estar viviendo en lo más tétrico del oscurantismo.

“El enemigo no es el fundamentalismo, sino la intolerancia” (Stephen Jay Gould).

© Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer
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