Amar no es acusar



“De mis faltas juveniles no te acuerdes, acuérdate de mí según tu amor” (Salmo 25:7)

La primera vez que escuché hablar de ellos fue un día que estaba molesto porque alguien muy cercano había cometido un grave error y me indignaba saber que ahora había sido recibido como si no hubiese hecho nada. Me parecía que tenía que recibir las consecuencias de sus actos.

Lo que no entendía en ese momento era el poder del amor. Quien ama, aprende también a vivir con los yerros de la persona amada. No significa que los avala o los pasa por alto, sino que los enfrenta, con cariño y juntos, con amor, los subsanan.

Un contexto donde abundan las acusaciones, las desconfianzas y la sensación de que las faltas nunca serán olvidadas simplemente no sirve para crecer.

El amor es escaso en acusaciones y profuso en alabanzas. Eso significa que el que ama procura por todos los medios, ayudar a olvidar la falta, de otro modo la vida se hace intolerable.

Conocí a una familia a todas luces enferma. Él había cometido adulterio y se arrepintió. Volvió a la casa que había construido junto a su esposa. Ella lo recibió, pero le dijo que de ahora en más, por haber mancillado el lecho matrimonial tendría que vivir en una pieza que estaba al fondo de la casa. Nunca más entró a la habitación de su esposa, ni siquiera para saludar. El resto de su vida, recibía mejor trato el perro de la casa. Lo hacían de manera sutil, ella y sus hijas, recordándole de todas las formas posibles, que él había fallado. Oraban, cantaban, iban a la iglesia, pero nunca lograron entender que el amor cubre las faltas.

Cuando conocí a ese hombre anciano, lo único que vi en él fue una sombra de tristeza en su rostro y una sensación de estar ante una persona que sentía que debía pedir permiso hasta para respirar. Cuando supe la realidad entendí su melancolía ausente.

El amor no tiene nada que ver con conductas de ese tipo. ¿Se imaginan a Dios recordándonos todos los días lo que hemos hecho? El amor de Dios es nuestro modelo, cualquier conducta ajena es simplemente contradictoria.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Lazos de amor
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