Alabar con todo


“Dad gracias al Señor al son del arpa, cantadle himnos con música de salterio, cantadle un nuevo canto, ¡tocad con arte al aclamarle!” (Salmo 33:2-3).

Me gusta tocar la guitarra, no sólo me relaja, sino que además, permite que me exprese de una mejor manera. Lo mismo me sucede con el piano, cuando logro interpretar algo que me llene, siento que mi mente es capaz de decir algo que de otro modo no puedo. Sin embargo, son los instrumentos que a mí me agrada tocar, porque son la mejor forma en la que me expreso, pretender que todo el mundo use el mismo instrumento musical, simplemente, porque son mis gustos personales, no es ni justo ni lógico.

A través de todo el cristianismo, ha habido personas que se han arrogado a sí mismas la tarea de ser policías de la conciencia ajena. Han buscado por todos los medios posibles, en convertirse en los censores de los gustos y deseos de los demás.

Cada vez que nos convertimos en los jueces de la adoración ajena, lo único que logramos es desanimar y provocar un fenómeno de exclusión y discriminación, en un contexto, donde la realidad debería ser otra.

El autor del salmo, sabe bien lo que es la alabanza a Dios. Lo único que busca es expresarse con lo que en su tiempo se conoce. Usa el arpa, que no sólo se utilizaba para adorar a Dios, también la usaban los paganos para sus fiestas y bacanales, y también, algunos pueblos para adorar a sus dioses. Sin embargo, él le da un uso totalmente diferente, utiliza un instrumento que tenía un contexto, en otro, en la alabanza a Dios. Olvidarse de ese principio, es fatal. No es el instrumento que usamos, sino el propósito por el que lo usamos.

Alguna vez vi a un grupo africano que alababa a Dios con piedras, palos y troncos. Habían logrado sacarle diferentes sonidos a las piedras, seguían el ritmo con los palos que tocaban rítmicamente en el suelo y usaban los troncos ahuecados, para obtener unos sonidos únicos. En el conjunto, sonaban hermosos. Usaban, al igual que David, lo que tenían a mano para alabar al Creador. Ese debería ser nuestro parámetro y no el ser policía de la conciencia ajena.

¿Alabas a Dios con todo o te reprimes?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Salmos de vida
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