Soñar


“La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21:23) 

Julia Tuttle DeForest  (1849- 1898)

Todo gran sueño comienza con una persona, alguien que ve lo que otros no ven y lucha para lograrlo. Las generaciones que vienen suelen olvidar el precio que otros tuvieron que pagar para concretar sus sueños.

Julia Tuttle vivió en una época donde se esperaba que las mujeres se quedaran en casa y se dedicaran al cuidado de niños. Nadie imaginaba a una mujer en otra cosa. Julia se negó a vivir ese estereotipo. Hija de un empresario de barcos, recibió de regalo en 1875 un terreno de 16 hectáreas donde se habían plantado naranjales, en Biscayne Bay región del sur de la Florida, cuando visitó el lugar con su esposo se enamoró de esa zona.

Su esposo murió en 1886 dejándola con una fundición de hierro y su padre falleció en 1891 heredando las tierras que poseía en Florida. Ella vendió la fundición y compró una extensión de 259 hectareas. Comenzó a soñar con construir una ciudad en ese lugar, pero tenía que convencer a un empresario que llevara el tren hasta donde ella quería. Intentó convencer a Henry Flager para ampliar su ferrocarril hasta el lado del río Miami y hasta la bahía de Byscaine. Le ofreció pagarle con parte de sus propiedades. Le escribió numerosas veces, incluso viajó para verlo, pero él se negó a aceptar la oferta. Sin embargo, entre 1894 y 1895 sucedieron las peores heladas en el sur de EE.UU. y fortunas completas se perdieron de la noche a la mañana al morir las cosechas y bosques enteros ser devastados por el fenómeno climático. Flager quiso saber qué pasaba con las tierras de Florida y supo que allí no había ocurrido nada, incluso Julia cuando supo de su interés le envió un ramo de flores y follaje para probarle que allí todo era bueno.

El resto es historia Julia es llamada la “madre de Miami”, tuvo un sueño, luchó por él y hoy en lo que eran sus tierras, existe una metrópoli moderna que ella alguna vez visualizó en sus sueños.Toda empresa necesita soñadores. Sin gente como Julia no existirían las grandes obras que hoy tenemos. Pero soñar implica también trabajar, de otro modo no se logra nada.

Jesús soñó con nosotros, nos vió en su imaginación, espero que alguna vez miles le siguieran y aceptaran su oferta. Ahora, nos está esperando en la ciudad que construyó especialmente para albergarnos, su sueño no estará completo hasta que tú y yo habitemos en ese lugar.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Héroes de verdad
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