Una carrera sin discriminaciones


“Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre” (1 Corintios 9:25 ) 

James Cleveland “Jesse” Owens (1913- 1980)

Jesse Owens participó en los Juegos Olímpicos de Berlín, Alemania, en 1936, donde consiguió fama internacional al lograr cuatro medallas de oro: 100 y 200 metros planos, salto largo y como participante del equipo ganador en la carrera de relevos 4 x 100 metros. Fue el atleta más exitoso de los juegos olímpicos del verano de 1936. Tiempo después se instituyó el premio Jesse Owens para conmemorar su hazaña.

Owens era el nieto de un esclavo e hijo de un granjero. Mientras estudiaba arreglaba zapatos en las tardes, y luego de esa actividad iba a entrenar. En 1933 comenzó a destacar como un atleta nacional. Al salir de la secundaria muchas universidades querían ficharlo, finalmente acepta ir a la Universidad Estatal de Ohio luego de asegurarse que le dieran trabajo a su padre, de esa forma veló por la seguridad económica de su familia.

Su prueba de fuego la vivió al viajar a la Alemania de Adolf Hitler para participar en los juegos olímpicos. Hitler pretendía usar los juegos como un medio propagandístico para probar la supremacía de la raza aria. Sin embargo, Owens hecha por tierra esas esperanzas al conseguir cuatro medallas de oro, hazaña que se mantuvo hasta el año 1984 cuando otro atleta igualó su record.

Fue aclamado por todo el mundo, sin embargo al regresar a su país natal, tuvo que vivir el desprecio de quienes veían en los negros a seres inferiores. Al llegar a Nueva York la bolsa detuvo su trabajo en su honor, luego volvió a su labor de botones en el hotel Waldorf-Astoria. Más tarde contaría: “Cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús. Volví a la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente”.

El racismo y la discriminación no tiene nada que ver con el mensaje de Jesús quién demostró fehacientemente que “Dios no hace acepción de personas” (Lucas 10:21). El mensaje de Cristo es aceptar, integrar e incluir. Es el único concepto posible para alguien que ama al Señor. ¿Estás dispuesto a seguir el ejemplo integrador e inclusivo de Jesús?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Héroes de verdad
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