A imagen de Dios mismo


"Si alguien derrama la sangre de un ser humano, otro ser humano derramará la suya, porque el ser humano ha sido creado a imagen de Dios mismo” (Génesis 9:6)
Hay versículos de los cuales no se hacen reflexiones y no se predican sermones, un poco, porque resulta incómodo hacerlo, y por otro lado, porque implica una revisión profunda acerca de las premisas que guían nuestro actuar cotidiano.

El texto de Génesis 9:6 está escrito en el contexto de la Ley del Talión, esa que dice taxativamente “ojo por ojo y diente por diente”. Sin embargo, aunque su aplicación no es lógica en un contexto de derechos y principios éticos, si es válido el principio que sustenta.

Toda persona es creada a imagen de Dios, ese sólo hecho nos debería hacer respetar a una persona y no violentarla de ningún modo. El principio es válido en el contexto de la violencia generalizada, incluso creo que es correcto aún en tiempos de guerra, por eso que tengo la convicción de que todo cristiano debe ser no combatiente.

Mi preocupación va por el lado de la violencia cotidiana, esa que se vive en millones de hogares donde los más vulnerables corren riesgos extremos, me refiero a mujeres, niños y ancianos. Todos los días hay femicidios, mujeres asesinadas por esposos, compañeros o familiares. Todos los días hay que lamentar infanticidios, niños muertos por sus propios padres o personas cercanas. Todos los días los diarios dan cuenta de asesinatos o crueldades en contra de ancianos.

Toda gota de sangre que se derrame de un ser humano, es una falta grave que atenta contra el más preciado don que Dios le ha dado a la humanidad, el ser “imagen de Dios”, y eso no quedará impune.

“Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia” (Mahatma Gandhi).

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer

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