Lo inimaginable


“Sin embargo, como está escrito: ‘Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman’” (1 Corintios 2:9)
Hay ideas que de tanto repetirlas parecen verdad, pero, la repetición permanente de un concepto no lo convierte en verdadero. Es lo que ocurre con las ideas que Pablo escribe a la comunidad cristiana de Corinto cuando les recuerda esta hermosa promesa: Nadie ha podido nunca imaginar lo que Dios ha preparado para los que le aman. Lamentablemente estas ideas son constantemente utilizadas como si el apóstol estuviera hablando de la tierra nueva, y digo, lamentablemente, porque al no percibir que está hablando de otra cosa, terminamos privándonos de la bendición de entender lo que el escritor está queriendo verdaderamente transmitir.

En ninguna parte del capítulo Pablo está hablando de la tierra nueva, sino de lo que significa vivir “en” Cristo y experimentar el gozo de entender que nuestras vidas tienen sentido y lógica bajo el alero de Jesús. La magnífica promesa de Dios a la humanidad.

En un versículo anterior Pablo expresa que se ha propuesto “no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste crucificado” (2:2). En otras palabras, hacer de Jesús el centro de su vida. Luego señala que “exponemos el misterio de la sabiduría de Dios, una sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra gloria desde la eternidad” (2:7). Esa sabiduría consiste en entender que la vida humana sólo tiene sentido en Jesús, sin él, todo carece de valor, eso es precisamente lo que “nadie imaginó” y lo que Dios previó para la humanidad: Jesús. Sin Cristo, nuestra vida carece de valor.

“El hijo de Dios murió por nosotros para nuestro perdón. Él vive por nosotros para nuestro perdón” (Watchman Nee)

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito:  Reflexiones al amanecer
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