Perseverancia


“Y he aquí que una mujer cananea, que había salido de aquellos confines, gritaba diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio” (Mateo 15:22)
El relato de la mujer cananea es extraño, no sólo por la respuesta que da Jesús, sino por la forma en que se produce el incidente. La mujer, que no era israelita, pero que estaba en ese momento en Israel, clama a Crito pidiendo por la salud de su hija. Jesús no dice nada y los discípulos le ruegan que la despida, porque ella insiste caminando y gritando detrás de ellos.

Luego la mujer se acerca a Jesús, se arrodilla y le dice: “¡Señor! ¡Ayúdame!”.

La respuesta de Jesús es: “—No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros”. Puede parecer que lo que Cristo responde es ofensivo, pero en ese tiempo, todo no israelita era llamado “perro”. La respuesta de la mujer es: “—Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”.

En ese momento Jesús la alaba diciendo. “—¡Mujer, qué grande es tu fe!”. La despide y desde ese instante la hija de ella es curada.

¿Por qué Jesús la hace pasar por eso? No lo sabemos, pero, si es evidente en el texto que a Mateo que escribe el relato le impresionó la fe y la actitud de esa mujer que no dejó de clamar hasta que llamó la atención de Cristo.

No sabemos nada de ella después de ese incidente, no conocemos si se convirtió en discípula o seguidora, sólo la eternidad nos dirá algo.

Lo único que es evidente en el texto es que ella insistió a pesar del silencio de Jesús y de la actitud de los discípulos que querían que se fuera.

Cristo la clasifica como extraña al pacto de Dios con Israel. Era una mujer cananea, descendiente de alguno de los pueblos que ocupaban Canaán antes de la llegada de los israelitas. Pero, es evidente que ella confiaba en Jesús, de otro modo no habría insistido. Dios es compasivo y lo demostró en esta oportunidad. El pueblo de Israel rechazaba a Jesús y una mujer cananea recibía una bendición que podrían haber recibido ellos. Dios no rechaza a nadie que viene confiando en su gracia.

¿Por qué Jesús habla de quitarles el pan a los hijos?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
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