Amor marcado


“Visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera, y cuarta generación” (Éxodo 34:7)
No hay duda, la mayoría de los padres ama a sus hijos, pero siembra en ellos su propia visión del amor, y en muchos casos, dicha perspectiva marca a fuego a los hijos haciéndolos continuar con visiones sesgadas que terminan por marcar a generaciones que van repitiendo dichas perspectivas.

La intención de los padres de amar a sus hijos como a ellos no los amaron es pura y bien intencionada, pero el sesgo está presente en frases como “el amor es doloroso”, “no se puede amar sin sufrir”, “los hombres siempre terminan yéndose”, “las mujeres son crueles, cuando quieren hacen mucho daño”. Frases dichas al azar en diferentes circunstancias, terminan convirtiéndose en profecías autocumplidas, donde marcados por dichos conceptos, los hijos repiten los mismos modelos que en algunos casos los padres detestan.

Es lo que Marie Lise Labonte llama “la herida fundamental” (Labonté, 2010:23), que se va transmitiendo imperceptiblemente de una generación a otra.

La manera de amar está mediatizada por la manera en que fuimos amados. Si nos sembraron miedos al amar, temores son los que fluirán en nosotros cuando se presente la oportunidad de amar. Si lo que hicieron fue mostrarnos un clima de alegría y paz y confiar en el amor, es lo que buscaremos e inconscientemente encontraremos.

Es una herida que apenas se percibe. Es “una cadena de transmisión. Los hijos forman parte de ella y, a su vez, cuando sean mayores transmitirán la misma herida a sus hijos. La familia se protege de aquello que le hace daño repitiendo en ciclos los mismos comportamientos, actitudes y formas de pensar: se protege sufriéndolos. Es un círculo vicioso muy real” (Ibid.)

¿Cómo romper ese círculo vicioso que daña por generaciones? Haciendo un esfuerzo conciente por analizar las ideas que se nos han transmitido para criticarlas, para saber si contienen verdad, y cuánta de esa verdad podemos aplicar o no. El que nuestros padres hayan tenido una mala experiencia, no implica, necesariamente, que será lo mismo para nosotros.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Lazos de amor
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