El amor y la verdad


“La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad” (Salmo 89:14)

En los dos días anteriores hemos analizado este versículo, especialmente las expresiones “derecho y justicia” que son la base del poder de Dios. Una divinidad que no actúe en derecho ni en justicia, no merece nuestra devoción, al contrario.

Sin embargo, es necesario agregar un elemento más. El texto dice que los heraldos de Dios son “el amor y la verdad”.

Los heraldos eran los que estaban al lado del rey, no sólo para protegerle, sino también para actuar como sus emisarios personales. En tiempos bíblicos se entendía como una cuestión básica de cortesía, que si alguien iba a atacar una ciudad, primero se le ofrecía la posibilidad de rendición y se enviaba a los heraldos. Del mismo modo, si un pueblo quería mantener la paz, los heraldos eran los emisarios encargados de ofrecer dichas condiciones.

Cuando la Biblia usa dicha imagen metafórica, nos dice que los “emisarios” de Dios, es decir, quienes se presentan ante la gente, son “el amor y la verdad”. Lo que caracteriza el reino de Dios no es el poder ni la argücia para gobernar, es el amor y la verdad, así de simple, y así de profundo.

Dios, que es amor, no hace nada que vaya en contra de su esencia. Por eso que resulta tan absurdo suponer que Dios por medios inadecuados pretende ganarse el corazón de sus hijos.

Las flores no se abren bajo la borrazca o el viento. Para que muestren sus colores necesitan la calidez del sol, de otra manera, se mentienen parapetadas con sus pétalos escondidos. Lo mismo ocurre con los seres humanos, nadie responde correctamente a la brutalidad y la fuerza. Puede ser que una persona reaccione por un tiempo, pero tarde o temprano, los seres humanos nos revelamos a la crueldad y la imposición.

Dios no obra con medios erróneos. La forma de actuar de la divinidad es por amor y verdad. Esas son las premisas de su gobierno.

¿Qué crees sobre Dios? ¿Cómo se manifiesta su amor y verdad?

© Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013 Del libro inédito Salmos de vida
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