De inmigrante a millonaria


“¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie” (Proverbios 22:29)
Si miran con detenimiento un billete de un dólar, de los que circulaban en el año 1970 verán que está firmado por “Ramona Acosta Bañuelos”, arriba de la leyenda “Tesorera de los Estados Unidos”. ¿Qué hace el nombre de una latina en un billete norteamericano? La primera vez que lo vi me pregunté lo mismo he investigué una historia asombrosa.

Ramona, nació en el seno de una familia mexicana muy pobre en Arizona, el año 1925. Cuando vino la Gran Depresión de 1929, su familia se trasladó a un rancho en Sonora, México, porque el gobierno norteamericano deportó a todos los inmigrantes que vivían en su territorio.

A los 18 años se casó y tuvo dos hijos, pero al poco tiempo se divorció y se traslado a Ciudad Juarez desde donde emigró hasta El Paso, Texas, para tener un mejor trabajo. Luego se fue a Los Ángeles donde trabajó lavando platos y de camarera. En esa ciudad se casó con otro inmigrante, Alejandro Bañuelos y comenzó a ahorrar hasta juntar lo suficiente para crear una fábrica de tortillas que con el tiempo se convirtió en una empresa multimillonaria: Ramona’s Mexican Food Products, Inc.

En 1964, se armó de valor y comenzó a convencer a los mexicanos e inmigrantes latinos que compraran acciones para fundar un banco, esto con el fin de evitar que fueran estafados. Eso la convirtió en la co-fundadora de Pan American y en 1969 fue nombrada la presidenta de la junta directiva de dicha institución bancaria, cargo en el que estuvo por tres períodos, al tiempo que dirigía su empresa Ramona’s.

La sorpresa más grande de su vida ocurrió el 17 de agosto de 1971, cuando el presidente Richard Nixon la nombró Tesorera de los Estados Unidos, un cargo asociado a la administración del presupuesto de la nación. Fue la primera latina en ocupar dicho cargo en la historia de EE.UU.

Tiene razón el texto bíblico, una persona diligente en su trabajo, tarde o temprano, terminará codeándose con reyes y nunca será un don nadie. El trabajo bien hecho siempre rinde frutos, aunque deban pasar décadas para que eso ocurra. Una lección que muchos jóvenes y adultos aún no aprenden y que esperan que las bendiciones “caigan” del cielo mientras están sentados cómodamente mirando televisión o simplemente, vagando.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013 Del libro inedito: Héroes de verdad 

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