Detenerse


“Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Porque les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial” (Mateo 18:10)
Irena Sendler (1910–2010)

La historia del “buen samaritano” tiene varios personajes, está el individuo que fue asaltado por un grupo de delincuentes. Un sacerdote y un levita, que al ver al hombre, herido y tendido en el camino, en vez de detenerse pasaron de largo. El buen samaritano que se detiene a ayudar y el dueño de la posada donde el samaritano deja dinero para que cuiden al herido.

Delincuentes siempre ha habido y no dejarán de estar, aunque muchos se disfracen de gente honorable. Representan lo peor de la raza humana, gente que no duda en maltratar y herir con tal de conseguir lo que quieren.

Por otro lado, resulta tremendamente chocante que Jesús ponga como personajes detestables a dos religiosos, que fiel a su vocación, deberían haberse detenido, pero pasaron de largo.

El samaritano representa lo mejor de la humanidad, alguien que desinteresadamente decide detenerse para ayudar. Y, sin duda, el mesonero, es el comerciante que siempre lucra con el dolor ajeno.

Es evidente que lo que menos abunda en nuestro mundo son los samaritanos, los que se detienen sin esperar nada a cambio y simplemente se dedican a atender a los más necesitados. Irana Sendler, fue una enfermera polaca que vivió en plena segunda guerra mundial en Varsovia y presenció la invasión nazi y la aglomeración de personas en el tristememente célebre “Guetto de Varsovia”, donde los nazis pusieron a miles de judíos, que luego fueron asesinando poco a poco.

Irana podría haber pasado de largo, tal como lo hicieron millones de polacos que prefirieron mirar hacia otro lado y no hacer nada frente a la cruel y genocida conducta nazi, pero ella se detuvo, ayudó y utilizó cuanta artimaña se le ocurrió para rescatar, junto a otras enfermeras que reclutó para la causa, a más de 2.500 niños que fueron sacados de aquel lugar y librados de una muerte segura. Cuando le preguntaron por qué se involucró en algo que podría haberle costado su vida ella contestó: “Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad”. ¡Si todos hiciéramos lo mismo, no habría heridos tirados a la orilla del camino!

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013 Del libro inedito: Héroes de verdad

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