Una estrella buscando estrellas


“Dios hizo los dos grandes astros: el astro mayor para gobernar el día, y el menor para gobernar la noche. También hizo las estrellas” (Génesis 1:16)
Se atribuye a Gottfried Kirch y a su hijo el haber fundado la Academia de Ciencias de Berlín, en Alemania, el mayor centro astronómico de ese país. Sin embargo, eso no es complatmente cierto pues Maria Winkelmann-Kirch fue también una de las fundadoras, pero por ser mujer, fue relegada al olvido.

Siempre las estrellas, los planetas y el cielo han sido un enigma para los seres humanos que intentan desentrañar sus misterios. No ha sido extraño que desde que se tiene memoria ha habido personas que estudian las estrellas, las constelaciones y los planetas. La astronomía es, probablemente, una de las disciplinas científicas más antiguas.

Maria tuvo la bendición de ser hija de un ministro luterano, que contra todos los cánones de la época, consideraba que varones y mujeres debían tener las mismas oportunidades, especialmente en educación. Así que fue educada en las artes y las letras, cosa poco común para su tiempo.

Con el tiempo desarrolló gran interés en la ciencia y en la astronomía y logro ser ayudante de Christopher Arnold, un agricultor autodidacta que se dedicaba a la astronomía, que era común en esa época, donde la mayoría de los estudios astronómicos se realizaban fuera de las universidades.

En 1702 se convirtió en la primera mujer en descubrir un cometa. Al morir su esposo solicitó el cargo de astrónomo asistente de la Academia de Berlín, pero por ser mujer no se la contrató aunque todos sabían que estaba ampliamente calificada. La respuesta fue que no se quería dar un “mal ejemplo” al contratar a una mujer. Pese a esa decepción siguió estudiando por su cuenta y varios de sus escritos se consideran grandes aportes a la ciencia, entre ellas sus observaciones de la aurora boreal. Muchas mujeres, lamentablemente, han permanecido a la sombra sólo por ser mujeres. Aún así, algunas de ellas brillan como Maria Margarethe Winkelmann-Kirch. Un ejemplo para no olvidar.

Dios nos hizo a todos a su imagen. Discriminar a una persona sólo por su género, es simplemente un pecado, porque olvidamos que Jesús por su gracia nos ha hecho a todos herederos de la gracia, lo que debe plasmarse en respeto, equidad y paridad.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013 Del libro inedito: Héroes de verdad 

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