“Se desmoronan las antiguas montañas y se desploman las viejas colinas, pero los caminos de Dios son eternos” (Habacuc 3:6)
Una de las características de la fe es la comprensión adecuada de quién es Dios. Cuando se conoce la divinidad de manera correcta, se sabe que a pesar de que varíen las circunstancias Dios sigue siendo el mismo.
La “fe” de muchas personas no sólo es infantil, también es irracional y caprichosa. Si las circunstancias están bien, entonces, actúan con fervor y su fe parece ser robusta y sana. Si los acontecimientos personales y sociales, varían de manera negativa, entonces se ponen quejumbrosos, lastimeros y reclaman a Dios que no “responde”.
La fe verdadera, se mantiene inalterable, no importa cual sea la circunstancia, porque entiende que Dios no varía y sabe que hay situaciones que Dios no provoca.
Habacuc lo entendió, supo que aunque las montañas y las colinas se desplomen, los caminos de Dios seguirán inalterables. La fuente de su convicción no era la irracionalidad, sino la confianza que le daba el saber que Dios, de una manera imcomprensible para el ser humano, seguía en el control.
Es una lección que muchas personas tienen que aprender. Se enferma alguien, y oran con un fervor pocas veces visto, como si la enfermedad dependiera de Dios. Pasa el momento y siguen en su rutina de siempre, casi, sin acordarse de Dios. Viene un temblor y claman, pasa, y siguen su camino como si nada. Ese tipo de fe es fluctuante y no permite que se construya una religión sana. Por esa senda se camina directamente al desequilibrio y a una religión tóxica.
“Fe es creer en lo que no se ve; y la recompensa es ver lo que uno cree” (Agustín de Hipona).
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: Reflexiones al amanecer
MOTIVO DE GRATITUD 4: Agradezco a Dios por los amigos, algunos de ellos son mejor que los hermanos, hacen que nuestro caminar por esta vida sea más fácil y agradable.
#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
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