Hijos adoptados


“Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado” (Juan 1:12-13)
No se es “hijo de Dios” por nacimiento, sino por adopción. Dios elige adoptarnos, pero nosotros optamos por ser sus hijos. Es un error creer que todos los que nacen en este mundo son hijos de Dios. Sólo se llega a ser parte de la familia de Dios por haber recibido y creído en Jesús. Cristo nos abre las puertas al nuevo hogar, antes, simplemente, somos hijos del enemigo de Dios por nacimiento, en una decisión en que nada tuvimos responsabilidad, por eso que Jesús se convierte en la opción de vida.

Juan escribió su libro cuando ya era anciano y había visto el desarrollo del cristianismo por más de 70 años. Del puñado de 500 personas que eran los seguidores de Jesús al momento de la ascensión, cerca del año 100, cuando Juan escribe, había más o menos 2 millones de cristianos diseminados por todo el mundo conocido. Habían experimentado persecusiones, muertes infames, cárcel, oprobio, rechazo de sus propias familias y comunidades, por lo tanto, pertenecer a la familia de Dios era lo que les daba esperanzas. Por esa misma razón, algunos años antes, escribiendo a los cristianos Juan había señalado: “Mirad cuánto nos ama el Padre, que se nos llama hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios” (1 Juan 3:1).

El mismo mensaje sigue siendo importante e impactante para nuestro mundo actual. Muchos que se llaman nominalmente cristianos, simplemente, no conocen a Dios y no han aceptado ser hijos adoptivos del Padre celestial. ¿Has aceptado tú el mensaje del evangelio?

“La alegría halla su fuente en Dios Padre que nos envió a su hijo Jesús para que tengamos la plenitud de la alegría” (J. Maurus).

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: Reflexiones al amanecer

MOTIVO DE GRATITUD 17: Agradezco a Dios el privilegio de ser considerado su hijo, el saber que mi Padre es Dios mismo, me da la certeza que mi vida necesita para ser vivida con sentido. 

¿Estás haciendo tu lista de gratitudes? No olvides, que el desafío para este año es que al final de él hayas escrito 365 motivos de gratitud. 

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