El costado de Jesús


“Pero cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua” (Juan 19:33-34)
Los soldados romanos eran personas crueles e implacables. Se los formaba para que no tuvieran misericordia con nada ni con nadie. Eran asesinos y parte de una maquinaria sangrienta preparada para matar de manera impune. De hecho, sólo tenían piedad con alguien que tuviera la nacionalidad romana, exclusivamente porque así lo demandaba la ley. Sin embargo, con todas las demás personas, su moral tergiversada les indicaba que no tenían ningún valor. Así que el acto de tomar una lanza e incrustarla en el costado de Jesús, era de lo más normal, en su mente no existía ningún tipo de reparo moral. Cristo, para él, era otro más que había que asesinar.

No sabemos por la Biblia el nombre de este soldado, sin embargo, una antigua tradición señala que se llamaba Longino, y es el centurión que luego de ver todo lo que ocurre con Jesús en la cruz exclama: “De verdad éste era el hijo de Dios”. La misma leyenda cuenta que llegó a convertirse en cristiano y ha sido venerado como santo por el catolicismo. No tenemos certeza total de esta historia, aunque, algún elemento de verdad debe contener, porque hay muchos relatos que lo reseñan.

Lo que sí es cierto, que tomó una lanza y la incrustó en el costado de Jesús, probablemente para confirmar la muerte de Cristo, porque como soldado no podía retirarse del lugar hasta que el condenado estuviera muerto.

Salió de su costado “agua y sangre”, en realidad, no era agua, sino suero fisiológico, pero como esa expresión no existía para ese tiempo, la forma más fácil de explicarlo era que surgió “agua”. Esa combinación de suero y sangre, de un modo u otro, explica el sufrimiento físico de Jesús y su agonía.

En algún momento, cuando Jesús venga, todos los que participaron en el asesinato de Cristo deberán confrontarse con sus actos. Juan en Apocalipsis 1:7, dice que todos lo verán, incluso los “que lo traspasaron”. Así mismo será con todos los que no aceptaron a Jesús, en algún momento tendrán que confrontarse con sus decisiones, de aceptación o rechazo de Jesucristo.

¿Estás conciente de que todo acto humano trae consecuencias temporales o eternas?

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: Cada vida un universo

MOTIVO DE GRATITUD 34: Doy gracias a Dios por la vida. Sin vida no tendríamos nada y gracias a ese don que Dios nos concede podemos gozar de tantos momentos de bendiciones. 

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