Un acto desesperado


“Había en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio” (Lucas 4:27)
La desesperación tiene un mérito, nos hace aceptar lo que en otras circunstancias, probablemente nunca estaríamos dispuestos a hacer.

Naamán, no era cualquier militar, era el jefe del ejército sirio, hoy sería comandante en jefe o general en jefe, dependiendo de la nomenclatura que se le en su estado. Los pasos que dio son propios de alguien que está explorando todas las opciones que le quedan, después de haber buscado todas las formas posibles. En cierto modo, no hay que desechar las situaciones desesperadas, porque de un modo u otro, pueden ser una posibilidad, especialmente para aquellos que durante toda su vida le han negado un lugar a Dios.

En primer lugar, partió haciéndole caso al consejo de una de las esclavas de su casa. En el contexto eso es inaudito, y más aún, cuando se presenta delante del rey y le cuenta que quiere ir a Samaria, lugar donde viven sus archirivales, para presentarse delante de un profeta. El rey, entendiendo que se trata de uno de sus más altos dignatarios, organiza un protocolo acorde a la investidura. Le da una carta oficial para el rey y lo envía cargado de costosos regalos. Pero, no todo salió como se esperaba, porque el rey se indignó cuando leyó la carta creyendo que le estaban tendiendo una trampa para buscarle pleito.

Eliseo se enteró, alguien fue con el cuento al profeta y éste le dijo que le enviaran a Naamán. Él general fue, pero Eliseo en vez de salir de su casa, y de hacerle la venia al poder, como acostumbran algunos en la actualidad que les gusta coquetear con los poderosos, envió a su siervo para darle las instrucciones a Naamán. Naamán se fue furioso, el resto de la historia es conocida. Sus siervos lo hicieron recapacitar.

Esto último es interesante, primero escuchó a una esclava, luego a sus siervos. El hombre en su desesperación estaba dispuesto a escuchar. Lástima que algunos que no están desesperado, no quieran escuchar a nadie. Es penoso que muchos “sabios” de hoy simplemente, se envanezcan en sus razonamientos sin escuchar. Tal vez, necesiten alguna situación desesperada.

¿Estás tan tranquilo que no quieres escuchar a nadie? ¡Ten cuidado!

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: Cada vida un universo 

MOTIVO DE GRATITUD 53: Agradezco a Dios que me ha dado la posibilidad no sólo de dudar, sino de disentir y no se ofende porque lo hago, al contrario, intenta con amor guiarme a una mejor comprensión de su amor.

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