Una mala consejera


“Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas; pero cuando abrimos, no encontramos a nadie adentro” (Hechos 5:23)

La envidia es pésima consejera. El sumosacerdote, al igual que quienes habían asesinado a Cristo, tuvieron muchas oportunidades para enmendar lo que habían hecho, pero tercamente, una y otra vez, se empecinaron en una mala actitud.

Cuando los discípulos comenzaron a predicar después del pentecostés, el poder que mostraban era evidente. Nadie quería acercarse a ellos por temor a los sacerdotes, pero que en silencio los elogiaban (Hechos 5:13). Sin embargo, era evidente que había algo en ellos poderoso. El relato señala que “seguía aumentando el número de los que creían y aceptaban al Señor. Era tal la multitud de hombres y mujeres, que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y los ponían en colchonetas y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos. También de los pueblos vecinos a Jerusalén acudían multitudes que llevaban personas enfermas y atormentadas por espíritus malignos, y todas eran sanadas” (Hechos 5:14-16).

Ante esta situación evidente, el sumo sacerdote y quienes le secundaban, que eran saduceos “se llenaron de envidia” (Hechos 5:17). Una vez más, en vez de reaccionar positivamente cometieron una estupidez y tomaron a los discípulos y los encarcelaron. Pero, no contaban que en la noche vendría un ángel y los liberaría (Hechos 5:19). Al salir, se fueron directamente al templo para enseñar. Cuando los sacerdotes los mandaron a buscar a la cárcel recibieron el informe de que ellos estaban libres y que nada había sido forzado en la cárcel.

Al encararlos y amenazarlos con que dejaran de predicar, Pedro respondió: “—¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!” (Hechos 5:29). No hay caso, en todas las épocas, el poder enceguece, y hace que las personas que aman más el poder que la verdad no perciban lo que es correcto aunque lo tengan frente a sus ojos. Ese es el drama del poder y de la presunción.

¿Estás haciendo de la obediencia a Dios lo más importante de tu vida o estás esperando instrucciones del poder de turno?

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: Cada vida un universo 

MOTIVO DE GRATITUD 43: Agradezco a Dios por los amigos que permanecen cuando todo alrededor se desmorona. No nos dejan, están cuando más los necesitamos. 

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