El olvido del pacto


“Hagamos un pacto tú y yo, y que ese pacto nos sirva como testimonio” (Génesis 31:44)

Desde la antropología las definiciones del matrimonio están llenas de una especie de “cinismo ilustrado” que, de algún modo, desperfilan el sentido de la relación matrimonial, al menos, como la ideó Dios.

William N. Stephens, en su ensayo titulado: “La familia en una perspectiva transcultural”, define el matrimonio diciendo que:

“El matrimonio es una unión sexual socialmente legitimada, que se inicia con una notificación pública y que se emprende con cierta idea de permanencia; se asume con un contrato de matrimonio más o menos explícito, que fija derechos y obligaciones recíprocos entre los esposos, y entre los esposos y los futuros hijos” (Nieto 57).

Esta definición privilegia lo pragmático por sobre el ideal planteado por la divinidad.

Según Stephens, legitima la relación sexual por sobre normas sociales que castigarían a quien no vive de acuerdo a la “ley”. Notifica públicamente a todo un grupo social la exclusividad sexual de dicha pareja que inicia esa vida en común no como un asunto de un día, sino como un acto de permanencia. Todo se supone parte de un contrato donde existen obligaciones y derechos que no se discuten, pero cuya transgresión puede suponer un castigo social, en algunos casos, establecidos en el mismo contrato. Visto así, el matrimonio no es nada más que un contrato que hace lícito lo que fuera del matrimonio aparece como ilegítimo.

Sin embargo, en la Biblia, lo más radical no es la vida sexual sino el pacto de amor que la pareja realiza. En la definición de Stephens, el amor no tiene lugar, es obviado como algo secundario, que ni siquiera se menciona. Sin amor, el compromiso matrimonial que legitimaría la vida sexual, convierte a la relación marital en un asunto exclusivamente civil y legal, quitándole el valor afectivo y emocional, que tiene cuando se comprende que la vida en pareja es mucho más que un compromiso legal... de hecho, la idea de legalidad matrimonial apareció mucho tiempo después de que se creara el concepto “matrimonio”, idea de origen divino y no humano.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: LAZOS DE AMOR

MOTIVO DE GRATITUD 117: Dios ama la belleza, la armonía, la alegría y por esa razón creó el matrimonio, para que los seres humanos pudiéramos vivir en un contexto de plenitud, todo lo que escapa a esa intención divina, no es correcta. Deberíamos agradecer la claridad de Dios al mostrarnos un modelo que nada tiene que ver con lo que a veces se presenta. 

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