Canciones jubilosas


“Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían: ‘El Señor ha hecho grandes cosas por ellos’” (Salmo 126:2)

¿Puede ponerse freno a la alegría? Cuando veo a cristianos llenos de formas y tristes ante la esponteneidad genuina de aquellos que alaban a Dios de manera natural y espontánea, me entristece, porque simplemente, han llegado a crear un mito absurdo de la adoración convirtiéndola en un acto formal, frío, lleno de resquicios que lo único que hacen es entorpecer el verdadero sentido del gozo.

Hace poco leí una discusión en un foro como algunos, con un matiz de fariseísmo trasnochado, defendían el no aplaudir en actos religiosos, ¿por qué? Porque simplemente, estamos tan amarrados a normas, estatutos y conceptos humanos que no entendemos cómo funciona la expresión libre y espontánea de quien está lleno de gozo.

Fui testigo, al igual que millones de personas en todo el mundo, del rescate de los 33 mineros en Chile. Todos nos reímos hasta las lágrimas al verlos salir uno a uno desde las profundidades de la tierra. Cuando estaban libres, algunos caían al suelo llorando, pero no de tristeza, sino de alegría. Otros saltaban, gritaban y danzaban contentos de estar con vida. Uno de ellos se puso a abrazar a cuanto ser humano se le cruzó por delante, exultante de estar con vida.

Claro, piensan algunos, con armaduras de fariseísmo enquistadas en su mente... eso es un acto secular. ¿Qué tiene de secular celebrar la vida? ¿Qué tiene de mundano gritar de alegría porque se ha sido librado de una muerte segura? Celebrar la vida es un acto tan religioso y espiritual como el más solemne que se nos pueda ocurrir.

Es que no estaban en un templo, piensan otros. Esa idea es de quienes han hecho de cuatro paredes un monumento al formalismo. Los templos son invento humano. El único santuario que existió fue para conmemorar a Cristo, y venido él, ya no era necesario ningún edificio. Fue el orgullo humano el que ha separado lo secular de lo mundano. Para el israelita todo estaba vinculado con Dios, por lo tanto, la adoración se realizaba en cualquier lugar. La naturaleza es el templo de Dios y allí, celebrar la vida es celebrar a Dios. Llenarnos de risa, aplausos y saltos de gozo, también es adoración, aunque le duela al fariseo.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

0 comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.