Contar las alegrías


“Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría” (Salmo 126:3)

Por cuestión de formación y de “des-formación” somos dados a contar más las penas que las alegrías. Hay algunos especialistas en llorar tristezas y regar con sus desdichas sombras sobre la vida de los que les rodean. Pareciera que a algunas personas nunca les sucede nada bueno, se olvidan que hasta respirar es un milagro, pero, para sus mentes ensombrecidas por el desánimo y el pesimismo, eso no cuenta.

Varias veces he contado que no me gusta dormir, siempre que tengo que cerrar los ojos para pernoctar lo hago sintiendo que me estoy perdiendo de algo. Los días se me hacen cortos para todo lo que quiero hacer. La vida es bella, detenerse a observar los miles de detalles que la hacen maravillosa es cuestión de actitud no de circunstancia.

Una vez llegué a un pueblo enclavado en la montaña, en la frontera entre Chile y Argentina. El tiempo parecía que no transcurría y la mayoría de los lugareños, simplemente, no usaba reloj. Sus días se constituían por la salida y la puesta del sol. Gente tranquila, sin apresuramientos, contentas de estar vivas y llenas de la alegría que dar el disfrutar de las pequeñas cosas que a menudo en la premura de las ciudades se pasa por alto.

El salmista expresa la alegría de saber que el Señor ha hecho grandes cosas en su vida. Pero esa es la experiencia de todos. El que el corazón bombee sangre sin parar, es un milagro. Un extraño milagro que no solemos entender a cabalidad y lo consideramos absolutamente natural, cuando, no tiene nada de natural entender que la vida funciona como un enigma que no tiene explicación.

Cuando despierto en las mañanas, cuando mi esposa y casi todos mis vecinos duermen, lo primero que hago cada amanecer es sonreír, no sólo por estar despierto, sino porque tengo otro día por delante, con miles de detalles que celebrar. La vida es celebración. Quejarse a cada rato por algo, es simplemente, dejar de ver las maravillas que nos rodean y que Dios en su infinito amor pone delante nuestro, empezando por la vida. ¡Alégrate, estás vivo y eso amerita, al menos, una sonrisa!

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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