Fidelidad


“Oh Señor, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad” (Salmo 89:1)

Una de las expresiones más comunes en el libro de Salmos para referirse a Dios es la palabra “fiel”. Dios es fiel, porque no cambia, no está sujeto al vaivén de las circunstancias y nos ama de manera incondicional. Considerar que la forma de actuar de Dios es similar a la manera en que los seres humanos obramos, es simplemente, no entender la naturaleza de Dios.

Los humanos somos susceptibles a las circunstancias. En muchas ocasiones nos ponemos mal porque las cosas no andan tan bien como quisiéramos. Es en esos momentos donde aflora la verdadera naturaleza de Dios, porque él no experimenta la realidad de la forma en que lo hacemos los humanos. Si Dios estuviera sujeto a los vaivenes circunstanciales de la realidad, entonces, simplemente, no sería Dios.

La fidelidad de Dios se expresa en que es fiel a su palabra y a su carácter. No deja de amarnos ni aún cuando nosotros lo rechazamos, a diferencia de los humanos, que a la menor provocación o falta de reciprocidad, comienzan a alejarse de las personas a quien han dicho amar.

Por esa razón, al entender la naturaleza inmutable de Dios es que el salmista decide “cantar la grandeza de su amor por todas las generaciones”. Lamentablemente los seres humanos al comparar su amor con el amor divino y antropomorficarlo, terminan por perder de vista la magnificencia del amor de Dios.

Dios es incondicional. Nos ama pese a que nosotros tenemos problemas para amar y para amarnos. Como un padre amoroso o una madre incondicional, se mantiene a nuestro lado aún cuando lo rechacemos, concepto que a ciertas mentes les parece imposible de pensarlo, por el sólo hecho de vivir un amor condicional.

A través de la historia de Israel Dios dio muestras suficientes de su incondicionalidad, la torpeza de los israelitas fue no creerlo ni aceptarlo de manera efectiva, tal como muchos hoy en día, que se niegan a dejarse abrazar por el amor incondicional de Dios que está siempre dispuesto a estrecharnos en sus brazos.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

MOTIVO DE GRATITUD 130: Doy gracias a Dios por tener el privilegio de tener una buena ducha cada mañana. El agua corriendo por el cuerpo, es como un abrazo de alegría que inyecta energía para el día.

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