Poder y religión


“Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos” (Salmo 118:9)

Hay una pregunta que muchos religiosos eluden, especialmente, por lo incómoda que puede ser. ¿Cómo pasó el cristianismo de ser una religión de parias, perseguidos y mártires a convertirse en una religión mundial y respetable?

Es probable que muchos cristianos, mal informados o no informados, simplemente, crean que la situación actual del cristianismo es una gran oportunidad para la proliferación del evangelio. Sin embargo, las apariencias engañan. Constantino, quien es sindicado como un “emperador cristiano”, fue un hombre que trajo al cristianismo las más grandes barbaridades, de las cuales aún no nos desprendemos.

Constantino oficializó el cristianismo, sin embargo, para entender qué tipo de persona era y qué buscaba, no hay que olvidar que este hombre hizo matar a su propio hijo, a su esposa, a su suegro y a su cuñado. Era un personaje oscuro y despiadado, que amaba el poder por sobre cualquier cosa y vio en el cristianismo un elemento que permitiera mantener unido al imperio.

Introdujo el símbolo de la cruz, que hasta ese momento los cristianos no usaban y comenzó la construcción de templos, introduciendo construcciones fastuosas que nada tienen que ver con la sencillez del evangelio y del mensaje de Cristo.

Lo que por muchos años se ha silenciado es que muchos cristianos no vieron con buenos ojos esos cambios y el abandono de los principios cristianos más elementales. Por eso no extraña que la primera acción que realizó Constantino, cuando oficializó el cristianismo, fue perseguir a muerte a todos los cristianos que quisieran vivir el evangelio al pie de la letra. Hizo asesinar a miles de cristianos que no se alinearon con el poder, otros fueron exiliados, a muchos se los despojó de sus propiedades, y a otros tantos los convirtieron en esclavos.

No hay que equivocarse, religión y poder, es una mezcla explosiva y nunca sale bien. Quienes ven en el cristianismo una buena manera de prosperar no son más que hijos de Constantino con otro nombre. Por eso el salmista tiene razón, el mejor aliado es Dios no el poderoso de turno que busca sólo fines temporales.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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