Justo, no justiciero


“Por tu justicia, rescátame y líbrame” (Salmo 71:2)

Desde que me acuerdo he sido buen estudiante, uno de los legados de mi madre que nos animaba a hacer siempre nuestro mejor esfuerzo. Sin embargo, cuando estaba en quinto año de la enseñanza básica comencé a tener malas calificaciones en matemáticas. No había sucedido antes, así que mi progenitora, que era como leona cuidando a sus cachorros comenzó a preocuparse. Estudiaba conmigo, haciamos ejercicios matemáticos juntos, pero invariablemente al otro día, cuando era interrogado obtenía una mala calificación.

Comenzó a averiguar lo que ocurría y cuando supo la razón fue muy enojada al colegio con una regla de madera en la mano y le dijo al profesor:

—¡Si vuelve a golpear a mi hijo se las verá conmigo y le voy a dar con esta regla por la cabeza!

El profesor se quedó mudo. Eran los tiempos en que los profesores se sentían con derecho a golpear a sus alumnos, e incluso, algunos padres azuzaban a los maestros a que lo hicieran.

Ese docente tenía un extraño método para enseñar. Iba banco por banco y nos ordenaba que nos pusiéramos en pie. Luego nos hacía extender la mano y teníamos que repetir alguna de las tablas de multiplicar, si fallábamos en alguna nos golpeaba fuerte con una varilla en las manos. En otras ocasiones, nos hacía pasar a la pizarra a resolver un ejercicio, si no lo hacíamos bien, hacía lo mismo. En mi caso, sabía todo, pero sólo miraba la varilla y me quedaba en blanco. ¡Qué bien me sentí el día en que mi madre me protegió!

Dios es justo, no justiciero. No anda con un palo para darnos por la cabeza cuando nos equivocamos. No busca escarbar en nuestros errores para hacernos sentir mal. Al contrario, cuando erramos nos rescata y nos libra de las dificultades. La justicia de Dios no se parece en nada a la forma implacable en como los seres humanos solemos actuar con los errores ajenos. Dios, que en esencia es misericordia, busca restaurarnos, nunca, hacernos sentir mal o hundirnos en el fango en que nosotros mismos nos metemos.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

1 comentario:

  1. Comprender los métodos divinos es indudablemente difícil de entender, más aún si no nos sentamos a meditar en su forma de actuar queno será igual al de nosotros.
    Una enseñanza práctica que deberíamos de aplicar a nuestras vidas.

    ResponderEliminar

Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.