Protección en tiempos difíciles


“No me rechaces cuando llegue a viejo; no me abandones cuando me falten las fuerzas” (Salmo 71:9)

El versículo da cuenta de una petición extraña del salmista a Dios. ¿Cómo es posible pensar en que Dios abandonaría a alguien especialmente en el momento más difícil? Sin embargo, el pedido no es extraño para el contexto cultural en el que fue escrito.

En tiempos del salmista no había ningún sistema de protección social y muchas familias no cumplían sus obligaciones fraternas. Muchos ancianos eran abandonados y se quedaban a merced de la mendicidad y de las inclemencias del tiempo.

La ancianidad no era muy común como lo es ahora. De hecho, muchos no llegaban a superar los cincuenta años, producto de las continuas guerras y de las enfermedades, especialmente, de las infecciones que hacían estragos entre la población. Hasta un simple resfrío podía ser causal de una catástrofe de salud pública.

En ese contexto, el salmista recurre a Dios a quien le implora que no lo abandone cuando le falten las fuerzas ni que lo rechace cuando esté anciano. ¿Podrá hacer eso Dios? Ciertamente que no. El salmista está hablando a partir de su realidad cultural y está antropomorfizando a Dios.

Una de las grandezas de Dios es que nunca nos abandona, especialmente cuando nos faltan las fuerzas. Es difícil a veces percibirlo, especialmente porque en medio del dolor las lágrimas no nos permiten ver con claridad. La promesa divina es que siempre está a nuestro lado y no nos deja, menos cuando más lo necesitamos.

Es un error suponer el alejamiento de Dios. Eso sería pensar en un Dios caprichoso y que actúa de manera arbitraria. Es cierto que hay aspectos de la realidad cotidiana que son un gran enigma y que difícilmente en esta tierra podremos comprender de manera cabal, sin embargo, tenemos la seguridad total de que Dios permanece a nuestro lado siempre, sin dejarnos en ningún instante.

Esa imagen de ver a Dios detenerse e inclinarse frente a nosotros para darnos consuelo y paz, cuando más lo necesitamos, es algo que no deberíamos olvidar, porque él nunca nos abandona.


Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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