La amistad de Dios


“El Señor brinda su amistad a quienes le honran, y les da a conocer su pacto” (Salmo 25:14)

No es un amigo cualquiera con el cual crecimos juntos y nos acompaña. No se asemeja a las amistades que tenemos o que hemos tenido. Es simplemente, sin parangón. Amistad con Dios. Cuando el salmista expresaba dicha idea estaba expresando algo que difícilmente lograremos entender alguna vez. El Dios del universo, el creador de todo nos “brinda su amistad”.

El sentimiento de tener una amistad profunda con la divinidad no es comparable con las ideas que a veces se transmiten de Dios. Muchos lo presentan como un ser implacable y lejano. Un ser que sólo busca castigar y normar y que no está ocupado de las cosas mínimas que nos suceden, sin embargo, la realidad es otra. Dios nos ofrece su amistad.

Es una lástima que algunas ideas van tomando forma al grado de que terminamos haciendo una caricatura de Dios. Como dice Dolores Aleixandre en su libro Bautizados con fuego: “no hay peor desamparo que pensar que nadie vela sobre nosotros ni nos espera con la luz encendida, y que aquel a quien un día tratamos como a un amigo pasa ahora de largo por delante de nuestra tienda sin que podamos seguir su rastro” (1997: 10).

Si honramos a Dios, es decir, si le damos lugar en nuestra vida, el nos ofrece su amistad y además nos da a conocer su pacto. El pacto que ha hecho con sus hijos, de permanencia eterna y la promesa de no abandonarnos nunca. Aún cuando nosotros en algún momento nos alejemos de su presencia, él no falla en su pacto. Él se mantiene siempre a nuestro lado a la espera de que nosotros renovemos la amistad con él.

Presentar a un Dios lejano, ausente e implacable, va en contra de la experiencia de quienes han logrado experimentar la amistad incondicional de Dios.

No seguimos a una divinidad oriental que está llena de caprichos y arbitrariedades, sino a un Dios de amor que se complace en darnos un lugar de privilegio en su existencia y para quien somos tan importantes que si alguien nos ataca, es como si lo atacara a Él, nuestro amigo.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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