La búsqueda de la justicia


“Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia” (Génesis 4:10)

Nelson Mandela (1918-2013)

Hace poco caí en la cuenta que la mayoría de las fotografías que se tienen de Nelson Mandela aparece sonriendo, con una hermosa sonrisa de alguien que expresa paz en un rostro gentil y amable. Sin embargo, por todo lo que vivió, su rostro debería estar marcado por la angustia y la amargura, y es todo lo contrario.

En un mundo de contradicciones, lo admirable es siempre encontrar a alguien que sea coherente y a carta cabal. Mandela destaca por su integridad no sólo con su pensamiento sino por la forma en que encaró la vida y los momentos más amargos de su existencia.

Los líderes no nacen desde la amargura sino desde la paz. Todos los que se hacen llamar “líderes”, pero que están llenos de odio, resquemor y resentimiento, lo único que siembran es desesperanza.

Nelson Mandela
El liderazgo de Mandela está vinculado a la coherencia. Al vivir lo que predicaba. Enseñar con vida y acción lo que decía. Un cuadro totalmente diferente de tantos líderes de este mundo nuestro tan llenos de incoherencias y contradicciones vitales. Esa es probablemente, la causa de tanta admiración a través de todo el mundo.

En el año 1962 fue condenado a cadena perpetua por el gobierno racista de Sudáfrica que no toleraba la defensa de la igualdad racial. Estuvo 27 años encarcelado en una isla-cárcel. Cualquiera podría haber entendido que luego de salir de ese lugar podría estar lleno de odio y amargura, sin embargo, salió de allí con un mensaje conciliador, con deseos de acercar posiciones extremas y con la unidad en mente. Fue nombrado presidente de su país, el primer ciudadano de raza negra que tenía esa posibilidad. Los temores más infundados de quienes vendieron la idea del caos no se cumplieron. Lo que algunos nunca soñaron se cumplió. Alguna vez escribió: “Siempre parece imposible hasta que se hace”, y eso debe haberles calado hondo a quienes pensaron que nunca Mandela sería presidente de su nación.

Las personas valen no por lo que tienen ni por lo que parecen. Juzgar a alguien por el color de su piel o por las posesiones que posee, es simplemente, renunciar al cristianismo. Jesús aceptó a todos. Abrazó a todo el que quiso. Recibió con los brazos abiertos a todo ser humano. Ser racista y cristiano es una contradicción esencial. En Cristo todos los humanos somos hermanos.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013 Del libro inedito: Héroes de verdad

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