Sin dolor


“Los gemidos son mi alimento; mi bebida, las quejas de dolor”. (Job 3:24)

William Thomas Green Morton (1819-1868)

No sé quién en su sano juicio disfruta una visita al dentista, pero en mi caso, aunque cuido mi dentadura, retraso lo más posible tener que ir a una tortura “pagada”, porque para más remate, uno paga para que le taladren las muelas. Es un dolor “necesario”, de otro modo, lo que viene a continuación no es grato. Lo que si agradezco es a quien inventó la manera de aminorar el dolor.

William Morton fue un odontólogo norteamericano que buscaba que sus pacientes sufrieran lo menos posible mientras eran atendidos, cosa que en su tiempo era una real tortura y que a menudo provocaba otras enfermedades adicionales porque no se podía hacer un buen trabajo en la dentadura de las personas.

Antes de Morton lo que se usaba profusamente era el alcohol, emborrachando al paciente, con todos los problemas que eso ocasionaba, llegando en algunos casos a amarrar a la persona que había que atender para que se quedara quieta mientras el odontólogo intentaba hacer su trabajo.


Morton comenzó a experimentar con diferentes substancias, al comienzo, utilizó gas hilarante (llamado así porque provocaba risa), luego probó con el dietileter que había sido descrito por Michael Faraday en 1818. Finalmente, hizo diferentes experimentos con vapor de eter hasta que llegó a una mezcla lo suficientemente poderosa para dormir al paciente sin que le hiciera efectos secundarios. Morton nunca recibió reconocimiento monetario por su descubrimiento, porque otros quisieron sacar partido del uso del eter como sustancia base para la anestesia.

Con los años se descubrieron y probaron otros compuestos, pero, le cabe a Morton el honor de ser el pionero en un área donde existía mucha necesidad para aliviar el dolor.

Nadie a descubierto aún una anestesia para el dolor emocional, no obstante, es una de las ventajas de una religión sana. Nos ayuda a encausar la existencia de tal modo que el dolor adquiere otro sentido. Refugiarse en Dios provee los mecanismos emocionales que ayudan a estar en paz. Porque eso hace Dios, da calma cuando nada más lo produce. Descansar en Dios demanda no sólo fe, sino la convicción de que hay dolores que sólo los calma la divinidad.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013 Del libro inedito: Héroes de verdad

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