El pragmatismo amoroso de Pablo


“Porque si por comer de algo haces daño a tu hermano, ya no te guías por el amor. Que tu comida no sea causa de que se pierda aquel por quien Cristo ha muerto” (Romanos 14:15)

Pablo tenía argumentos, habilidad, y autoridad para denostar a quien quisiera. Podría haber caricaturizado y atacado violentamente a quien se opusiera a sus ideas, pero no lo hizo, al contrario, tuvo un pragmatismo amoroso que impresiona. Uno de sus consejos a la comunidad cristiana de Roma es una idea digna del bronce.

La exhortación es clara “que tu comida no sea causa de que se pierda aquel por quien Cristo ha muerto”. ¿Por qué razón algunos no entienden este consejo tan directo y claro? Hay cristianos que han hecho de la comida y el beber, el centro de su religiosidad, y atacan sin piedad a todo aquel que no come ni bebe con ellos, como si la salvación dependiera de la alimentación.

Es cierto, hay que buscar la alimentación más sana posible y alejarse de todas aquellas bebidas que de algún modo afecten nuestra mente y nuestra vida, pero, ¿hacer de eso una cruzada en contra de todos los que tienen una mala alimentación? ¿Cuándo Jesús habló de alimentos y de bebidas como el centro de su mensaje?

La escritora Anne Lamott con ironía dice: “Se puede asumir con cierta seguridad que uno ha creado a Dios a su propia imagen cuando resulta que Dios odia a toda la misma gente que uno”. Es lamentable, pero tiene toda la razón. Algunos cristianos, imbuidos de un celo poco sano y templado, atacan a todo aquel que no cree como ellos, y en esa tarea terminan dando la imagen de que odiar es propio de cristianos y de paso, alejan a personas que con otra actitud bien podrían escuchar el mensaje de salvación.

“El primer paso de la ignorancia es presumir de saber” (Baltasar Gracían)


Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014. Del libro inédito: Reflexiones al amanecer

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