Ni comida ni bebida


“El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:16-17)

Una pareja me invitó a almorzar. Acepté porque recién conocían el evangelio y las ocasiones sociales son un muy buen momento para compartir el evangelio. Jesús lo hacía continuamente.Sin embargo, no tomé la precaución de hablarles de mi alimentación. Al llegar me di cuenta que se habían esmerado. Una familia de clase media acomodada, que a todas luces querían dar buena impresión. Al traer el plato principal ella me miró con una gran sonrisa y me dijo:

—Preparé la especialidad de la casa, chuletas al horno. —El esposo me miró con una gran sonrisa como diciendo, ¡es verdad!

Miré lo que tenía al frente. Me recriminé en silencio por no haber hablado antes, pero tomé el cubierto y con una gran sonrisa me dispuse a comer. Era la primera vez que ponía carne de cerdo en mi boca, debo confesar que la encontré deliciosa, decir otra cosa sería mentira.

Meses después, me invitaron a su casa porque querían conversar. Solemnemente me dijeron, “estamos compungidos, nos enteramos que usted no come carne, menos cerdo, nos sentimos mal. ¿Por qué no nos dijo?” Le contesté que la había visto tan contenta y que no quise hacerla pasar un mal momento. Ella me miró muy seria, se le llenaron los ojos de lágrimas, se puso en pie y me abrazó mientras me decía “gracias”. Luego agregó, “si me lo hubiera dicho en ese momento, tal vez me habría enojado y lo más probable es que no hubiera querido saber más. Le agradezco”. Al tiempo entregaron su vida a Dios.

El extremismo no lleva personas a Cristo. Sigo vivo. No me morí y ellos, conocieron al Jesús que llamaban “comilón y bebedor”.

“El fanatismo es la mezcla altamente explosiva de extremismo e imaginación” (Herbert Von Karajan)

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014. Del libro inédito: Reflexiones al amanecer

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