La religión de Pedro


“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62)

Pedro cometió una falta similar a la de Judas, y en muchos sentidos, con mayor agravante. Negó y traicionó a Jesús en dos ocasiones y de manera pública. Cuando entendió lo que había hecho y observó la mirada de Jesús se alejó del lugar donde estaba siendo juzgado Cristo y lloró amargamente. La pregunta es, ¿por qué no se suicidó como lo hizo Judas? ¿Qué lo hizo tener otra actitud?

Por otro lado, ¿cómo se enteraron los demás de lo que había hecho si en el momento de negarlo no había ningún otro discípulo?

Vamos por lo primero. De algún modo la religión que vivía Pedro era más sana que la que vivía Judas. Ambos erraron en lo mismo. Sin embargo, uno se ahorcó y el otro se convirtió en un referente obligado del cristianismo. ¿Qué hizo la diferencia?

Tengo la convicción de que Pedro logró captar el sentido de la gracia, algo que Judas nunca logró entender a plenitud. Mientras que Pedro comprendió que podría llegar a ser perdonado, Judas se sumió en la angustia y el resentimiento, al grado de llegar a quitarse la vida.

No es un juego. Una perspectiva equivocada de la religión puede llevarnos a la destrucción. Sin embargo, cuando estamos en el camino correcto, sabemos que el error, aunque doloroso, no nos va a hundir. Es posible levantarse y seguir caminando con la frente en alto.

Cuando todo hubo pasado, Pedro, seguramente con mucha emoción le contó al resto lo que había hecho. No era algo para estar orgulloso, pero sabía que sería amado y apreciado, aún cuando había cometido un gravísimo error. Eso hace la comunidad cristiana, restaura.

“El individuo que ha pasado por un verdadero arrepentimiento está dispuesto a que se sepa que se ha arrepentido y que era un pecador” (Charles Finney)


Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014. Del libro inédito: Reflexiones al amanecer

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