Las mujeres anónimas


“Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las mujeres de mis parientes” (Génesis 24:38)

La expresión más común en la Biblia es “las mujeres”, una forma eufemística de referirse a las personas que no eran protagonistas, los varones. Lo interesante de la Escritura es que se mencionan 1.226 nombres, de ellos 1.107 son masculinos y solo 119 son femeninos. Es decir, el 90.21% de las personas nombradas en la Biblia son varones y sólo un 9.79 corresponde a mujeres. La mayor parte de las mujeres son anónimas, mencionadas en grupo, como si no interesaran como individuos.

No obstante, cuando se mira el asunto desde una perspectiva diferente, se observa que de la totalidad de varones mencionados por nombre en la Biblia sólo un 10% son protagonistas, el 90% corresponden a individuos anónimos, que aparecen, en su mayor parte en genealogías y de los cuales no sabemos nada, al contrario de las mujeres, que en su totalidad son protagonistas, y están en situación de liderazgo, ya sea positivo o negativo. De hecho, son mencionadas precisamente porque escapan a la norma del tiempo y son distinguidas por no estar en el montón de la población femenina.

Todo esto no es por voluntad divina. Algunos que creen en la inspiración por dictado, es decir, que asumen el supuesto de que Dios dictó cada palabra de la Biblia y los escritores asumieron una situación mecánica de escribir sólo lo que les decían, dan por hecho que esto fue obra de Dios. La realidad es diferente, Dios no dictó la Escritura, sino que inspiró la mente de los escritores quienes narraron y escribieron a partir de su propio lenguaje y cultura, por lo tanto, esto se refleja en lo que escribieron y en la manera en que lo hicieron. El mensaje está contenido en lo que redactaron, pero no es “palabra” dictada por Dios, sino elegida por los escritores. Esto trae confusión a quienes creen en una inspiración mecánica, pero da paz a quienes creemos que Dios nunca obra de manera contraria a la voluntad humana.

Da esperanza saber que los sexismos que la Biblia presenta son fruto de una cultura degradada y no voluntad de Dios. Cada vez que los autores estuvieron dispuestos a escuchar claramente a Dios, lo que fulgura en el texto es un Dios que no hace acepción de personas y nos trata a todos, varones y mujeres, como hijos predilectos creados a su propia imagen.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014. Del libro inédito: Cada vida un universo

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