Madre con una misión


“El ángel del Señor respondió: Que tu mujer haga todo lo que le he dicho: que no tome vino ni ningún otro producto de la uva, ni ninguna otra bebida fuerte, ni coma nada impuro. Simplemente, que haga lo que le he ordenado” (Jueces 13:13-14)

Ser madre es una tarea difícil. No sólo porque se asume el tremendo desafío de cuidar a un niño, uno de los seres más desvalidos que existe al momento de nacer, sino porque todo lo que haga o deje de hacer, va a afectar directamente la vida de un infante, y con él, a las generaciones futuras. No es extraño que algunas mujeres al tener hijos sufran de “depresión posparto”, que aún cuando tiene un componente bioquímico, también se vincula con la sensación de pavor que produce la responsabilidad que se asume.

Pero el asunto toma un cariz diferente cuando Dios mismo te dice que el hijo que tendrás vivirá para cumplir una misión. La esposa de Manoa, que por alguna extraña razón, la Biblia no registra su nombre, recibe indicaciones claras sobre cuidados prenatales, con el fin de preparar al niño desde el vientre para la misión que tiene.

Esa alusión bíblica hecha por tierra la idea de que el ser humano sólo es una persona desde el momento del alumbramiento, el criterio bíblico, es que es considerado ser humano desde el momento de la fecundación. Por esa razón las indicaciones de Dios incluyen cuidados prenatales, entendiendo, que lo que la esposa de Manoa hiciera o dejara de hacer le afectaría directamente a ese niño que estaba en gestación.

Cuando veo a madres jóvenes embarazadas que fuman, toman drogas o alcohol y tienen una alimentación desvalanceada o derechamente nociva, pienso que muchas reciben un don para que el que no están preparadas, y definitivamente algunas no son merecedoras de ese privilegio.

Los hijos no los envía Dios, ese es un invento medieval. Se gestan por voluntad, por descuido o a la fuerza. Dios no controla el nacimiento de cada ser humano que nace en este mundo, esos mitos medievales aún siguen haciendo sufrir a mucha gente. Dios creó el mecanismo pero le dio al ser humano la responsabilidad de su administración. Por esa razón es tan importante la formación en la maternidad responsable, donde las gestantes asuman la responsabilidad del ser que tienen en su útero, para bien de los que nacerán, y de ellas también, como madres de una nueva generación.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014. Del libro inédito: Cada vida un universo
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