“Isabel ha concebido también un hijo en su ancianidad, y la que se llamaba estéril está ya de seis meses” (Lucas 1:36)
Ya es difícil ser madre, ¿cómo será ser la progenitora de un profeta? Isabel o Elizabeth, la pariente de María, recibió el milagro de convertirse en madre estando ya en edad de no tener hijos. Todo fue extraño desde un comienzo. Primero, su esposo, el sacerdote Zacarías quedó mudo cuando entró al santuario y le fue anunciado que tendría un hijo que haría una labor extraordinaria. Luego, cuando tenía seis meses de embarazo la visitó María, que también estaba embarazada y comenzó a profetizar. Ella no era profeta, pero en ese momento anunció que el niño que tendría María y pronunció esas palabras que han sido repetidas vez tras vez:
“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Y cómo es que la madre de mi Señor viene a mí?” (Lucas 1:42-43).
Es probable que en ese momento se haya dado cuenta que todo era parte de un plan, incluyendo el embarazo que ella misma tenía. Finalmente, cuando ya el niño había nacido anunció que éste se llamaría Juan, nombre derivado del hebreo Yohannan, que significa “El que es fiel a Dios”.
Criaron a su hijo sabiendo que tenía un propósito. Juan el Bautista podría haberse apartado de su misión, pero no lo hizo, en parte, porque cuando Dios eligió a Zacarías e Isabel, sabía que ellos cumplirían la misión de guiar al futuro profeta, que Jesús lo reconocería como superior a Elias.
Criaron al niño alejado de la ciudad, en el desierto, tal vez porque sabían que sólo allí podrían inculcarle el sentido de su vida.
En todo esto hay una lección que ninguna padre o madre debería olvidar. Los hijos logran ser lo que sus madres y padres inculcan en ellos. El sentido de misión, de cometido, de visión profética para su existencia es transmitido por sus padres. Muchos padres se pierden la oportunidad de dar a sus hijos un sentido de misión para sus vidas, simplemente, porque actúan como si la labor paterna fuera sólo proveer de lo básico, pero eso lo puede hacer cualquiera. Transmitir una visión, eso sólo lo hacen los padres que entienden a cabalidad el impacto que tendrán en la vida de sus hijos.
¿Qué visión de vida le estás inculcando a tus hijos?
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014. Del libro inédito: Cada vida un universo
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