¿Matrimonios perfectos?


“El camino de Dios es perfecto” (Salmo 18:30)

Son las ideas las que controlan nuestra vida. Los cambios y los retrocesos, la sanidad y la enfermedad, la felicidad y la infelicidad, toda está determinada por los pensamientos que generamos. Por eso que es tan importante delimitar nuestras ideas y saber exactamente qué es correcto pensar.

Muchos se casan esperando tener el matrimonio perfecto, pero eso simplemente no existe. Repito, por si alguien no capta el sentido de la oración precendente. Nunca ha existido un matrimonio perfecto y nunca existirá uno con esas características. El único perfecto es Dios, no el ser humano. Todo lo que se relaciona con el ser humano lleva en sí la marca de la imperfección. Hay mejores y peores matrimonios, eso es todo, ni más ni menos.

Si entramos a la relación matrimonial esperando perfección o teniendo expectativas irreales nos aguarda un largo camino de desesperanza y frustración. Nos casamos con seres humanos, esperar perfección es, por decir lo menos, utópico.

El escritor Dave Meurer, dice una gran verdad en ese sentido: “Un matrimonio genial no ocurre cuando la ‘pareja perfecta’ se une. Ocurre cuando una pareja imperfecta aprende a disfrutar de sus diferencias”.

Aprender a disfrutar de las diferencias significa potenciar las habilidades de una persona y obviar las debilidades. Si alguien sólo centra su atención en lo que le falta a la pareja, no logra gozar o apreciar lo que tiene y poco a poco se va instalando una sensación de pérdida que da lugar a la frustración.

Los mejores matrimonios son aquellos que han aprendido a conciliar sus diferencias, entendiendo que cada uno de ellos es una mezcla de habilidades y dishabilidades. Entienden que juntos pueden sacar mejor provecho de lo que cada uno tiene de mejor, y ese aspecto es potenciado al grado de que lo mejor aumenta y colabora para que la pareja funcione bien.

Los matrimonios que enferman su relación son aquellos donde lo negativo está presente de manera continua, y en vez de producir entusiasmo resulta lo contrario haciendo que cada vez más lo negativo tape la vista de cualquier aspecto postivo que podrían tener. Al fin de cuentas, es un asunto de ideas.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: LAZOS DE AMOR

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