“Estaba la tierra llena de violencia” (Génesis 6:11)
La empatía no se puede decretar, pero sin empatía es imposible ponerse en el lugar de otras personas. El egoísmo existencial, que hace que muchos sólo se miren el ombligo sin observar lo que ocurre a su alrededor, los hace creer que si a ellos no les pasa, no le ocurre a nadie.
Hace algunos años, un viejo pastor a quién admiré mucho me confesó emocionado que cuando alguna mujer hablaba sobre violencia doméstica o maltratos verbales, siempre pensaba que las mujeres estaban mintiendo. No se le ocurría pensar que alguien que iba a una iglesia y adoraba a Dios pudiera ser un monstruo en su casa. Así que con vergüenza me confesó que por años, lo único que hizo fue amonestar a las pocas mujeres que se atrevieron a hablarle para que dejaran de hablar de sus maridos y no trajeran oprobio a la iglesia dando una mala imagen.
Sin embargo, un día, su hija que vivía en otro país, la llama angustiada y le confiesa que su vida de cinco años de matrimonio ha sido un infierno. Casada con un líder religioso importante, era maltratada física, sexual y emocionalmente, practicamente todos los días. En ese momento pensaba en el suicidio y no recurrió a su padre, simplemente, porque pensaba que él terminaría creyendo en su yerno. Pero esta vez, ese hombre anciano, abrió los ojos y se dio cuenta, que lo que muchas veces le habían dicho era cierto. Como alguna vez una joven, ex-alumna me dijo: “Lo que no se ha vivido, no se ve”, y es cierto.
La expresión de egoísmo que va a acompañada de falta de sensibilidad y empatía frente a los que sufren, a menudo, no ve lo que no quiere ver y alega, de manera cruel, que como a él o ella no le ocurren, entonces, a nadie más le pasa, y con eso no sólo aumenta el dolor de los que sufren, sino que pone una venda en los ojos de quienes, con otra actitud, podrían ayudar a que las cosas fueran diferentes.
El dolor ajeno es y debería ser nuestro dolor. La empatía alivia a quienes sufren y deja una gran huella de sufrimiento a quienes teniendo hambre de comprensión sólo encuentran indiferencia, insensibilidad y falta de amor. Hay mucho dolor, basta que abramos los ojos, antes que sea tarde.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: LAZOS DE AMOR
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