Vivir en equidad


“Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo” (Salmo 55:13)

Las palabras de Salmo 55 son muy tristes, el texto completo dice: “Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder. Pero lo has hecho tú, un ser humano como yo, mi compañero, mi mejor amigo, a quien me unía una bella amistad, con quien convivía en la casa de Dios” (vers. 12-14).

Las heridas provocadas por quienes dicen amarnos duelen más, son más profundas y más difíciles de sanar. Es posible, dice el Salmo soportar lo que nos haga un enemigo o un extraño, pero es tremendamente complejo superar una herida sin quien nos ataca o nos deja en el vacío es alguien que ha hecho un pacto de amor y amistad con nosotros.

La falta de equidad en las relaciones de pareja es el pan de cada día en casi todo el mundo. Lamentablemente, en este tipo de relación la que lleva la peor parte es la mujer, no sólo porque existe una tradición de humillación y de falta de respeto, sino porque las mismas leyes validan en muchos países la discriminación de la mujer, aún estando casada.

China es el país donde se producen más divorcios a nivel mundial. Según la BBC de Londres, en un informe del 15 de septiembre de 2014, 10.000 divorcios diarios. Sin embargo, en vez de arreglar la situación, la corte suprema de ese país, en el año 2011, ha empeorado la situación dejando a las mujeres en situación más vulnerable porque ha establecido que en caso de divorcio, la casa en la que habitaban no se divide entre la pareja, sino que queda para que el figura como titular de la misma. El dictamen reafirma una discriminación ancestral contra la mujer, porque ahora, en la mayoría de los matrimonios la casa está a nombre del varón. Las mujeres comienzan con desventaja aún antes de casarse, porque si en un matrimonio tienen una hija y llegan a tener dinero, prefieren darle los recursos a un sobrino para que tenga casa antes que a una hija.

¿Es lo que Dios ha querido? Absolutamente no. La relación que Dios desea es de equidad, donde varón y mujer vivan una relación de paridad y de respeto. No hay esperanza para una pareja donde no hay equidad.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: LAZOS DE AMOR

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