Ignorante


“Mas yo era ignorante, y no entendía: Era como una bestia acerca de ti” (Salmo 73:22 RV09)

Estaba en el Aeropuerto Paris, Francia. Venía desde México, tenía una escala en dirección a España, mi destino final. Tendría que esperar unas tres horas. No podía salir de la zona de pasajeros en tránsito internacional. Me dispuse a buscar un lugar cómodo para esperar, leyendo algún libro y escuchando música. Estaba enfrascado en la lectura cuando un hombre sentado frente a mi me dijo:

-¿De qué país es? -En un perfecto castellano. Fue un alivio escucharlo en un aeropuerto atestado de gente que hablaba los más extraños idiomas. -Vivo en México -le dije- y él sonrió.

-¡Qué chico es el mundo, yo voy hacia allá ahora! -Le conté que yo venía a dar conferencias en España y estar unas semanas con mi hija y mi yerno. Luego le pregunté qué hacia y me contó que compraba cuero fino para la industria de carteras y maletas de lujo. Viajaba a diversos países, especialmente a México, para comprar cuero de varios tipos de animales. Reviso la calidad, compraba y luego importaba.

-¿A Francia? -No -me dijo mientras sonreía- a otros páises. Aquí sólo se diseña. Usted no sabe nada déjeme explicarle. -Y durante una hora me explicó algo nuevo para mi. Cómo es que compraban cuero en diversos países, luego lo llevaban a lugares como Malasia, Hong Kong o Indonesia, y se traía finalmente de vuelta a Francia donde era comercializado y enviado a otros lugares del mundo. Aprendí con ese hombre mucho más que si hubiera leído un libro sobre el tema.

El caso es que no me ofendí por no saber, y le agradecí a él por enseñarme algo que desconocía. Lo extraño es que en el mundo de los religiosos que leen la Biblia les resulta ofensivo cuando alguien les dice que ignoran algo, y han hecho de la ignorancia una especie de misticismo extraño, diciendo que no se necesita tener preparación para saber, como si la ignorancia fuera un mérito. Pero no es así, la ignorancia es peligrosa y no dejarse enseñar, más aún.

Es preciso estudiar, analizar, reflexionar, comparar, criticar, y hacer lo que el trabajo de indagación hace, escudriñar debajo de la superficie para saber qué dice el texto. Conformarse con leer y repetir ideas que se asoman a la mente de manera espontánea, no es estudiar la Biblia.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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