“Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia” (Salmo 103:6)
Dios es un Dios de justicia que no hace nada alejado del derecho y de la equidad. Dios no ampara actos de injusticia y nunca transgrede el derecho de ninguna manera. Tarde o temprano Dios le da justicia a los que padecen las consecuencias indeseables de la injusticia.
La gran paradoja es que hay personas inteligentes, que creen en un Dios de justicia y que amparan actos de injusticia, o al menos, los racionalizan como males necesarios producto del pecado. No logro entender esa lógica extraña, de amparar actos de injusticia cuando no somos directamente afectados y reclamar justicia, cuando los que padecemos la injusticia somos nosotros.
Desde que me involucré en temas de violencia doméstica, comencé a ver las cosas desde otra perspectiva. Poco a poco, mi comprensión se fue ampliando, hasta entender que la violencia era apenas la punta del iceberg de una cuestión mucho más profunda, que tiene que ver con la forma en cómo nos entendemos como humanos.
Si creo que hay seres humanos que deben estar sometidos a otro, por “diseño divino”, entonces, algo muy malo ocurre en nuestra comprensión antropológica. Eso es creer que Dios crea seres humanos de primera y de segunda categoría, y en esencia, eso es injusticia. No para el varón que cree ser superior, sino para la mujer que no ha decidido nacer en ese estado.
La violencia simbólica de creer que Dios da dones a varones y otros a las mujeres, que implican, que las mujeres se someten a la autoridad de un varón y resignan su inteligencia y voluntad, a un hombre, sólo por el mero hecho de haber nacido con cromosomas distintos, es simplemente, validar un acto de injusticia. El problema se hace más grave cuando ese “diseño” extraño e injusto, se lo atribuimos a un Dios que en esencia es justo y no podría validar un acto alejado del derecho como ese.
Comprender a Dios como un Dios justo, significa no avalar ningún acto que suponga injusticia. Dios no lo aprobaría nunca.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA
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