Terror de Dios


“Mi carne se estremece por temor de ti, y de tus juicios tengo miedo” (Salmo 119:120)

Dos perspectivas han primado en la historia del cristianismo. La del “temor a Dios”, en términos positivos, no entendida como miedo, sino como reverencia y consideración a la divinidad. Y la del “terror a Dios”, caracterizada por el temor de verdad, miedo visceral a la acción divina.

Ambas visiones siguen perfectamente vigentes en las mentes y escritos de muchos cristianos. Hay expertos en aterrorizar y crear la sensación de precariedad frente a Dios. Predican un mensaje sensacionalismo marcado por la manipulación y el terror. Le enseñan a las personas de un Dios implacable que no duda en perseguir a quienes se le oponen y reserva sufrimientos indecibles para quienes se atreven a negarlo. Es el mensaje del terror, amarillista, sensacionalista y lleno conceptos contradictorios con el carácter de un Dios noble. Crean así una especie de paranoia religiosa, donde los creyentes están constantemente consultándose a sí mismos si es que alguna vez lograrán satisfacer las expectativas de ese dios.

Por otro lado, está la perspectiva de creer en un Dios cuyo atributo más importante es el amor. Un amor tan inconmensurable que vino a morir por el ser humano demostrando de esa manera toda su bondad. Es un Dios justo, no justiciero. Que se goza en la verdad, no en la manipulación. Un Dios que va buscando seguidores que tengan hacia él una actitud de entrega incondicional, pero motivados por el amor, no por el miedo. El discurso de quienes tienen esta persectiva se centra en la bondad de Dios, porque entiende que al final, el temor es precario, la gente sigue a la divinidad, sólo mientras tenga miedo.

Lamentablemente, estas dos perspectivas son contrapuestas. El Dios que adoran es el mismo, pero su visión sobre él es diametralmente opuesta. Aparentemente, se pueden encontrar evidencias para ambas perspectivas en la Biblia. Sin embargo, si se observa a Jesús, lo que fulgura es una visión positiva de Dios. Cristo es la máxima revelación de Dios (Hebreos 1:1), por lo tanto, si queremos tener una visión correcta de la divinidad el secreto está en mirar a Jesús, y allí, en su mirada hay bondad y respesto a nuestras elecciones.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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