“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo” (Efesios 6:13)
Miles de vidas han sido salvadas y siguen siendo protegidas gracias a un extraordinario descubrimiento, el Kevlar, una fibra de alta resistencia, color dorado, que puede ser hasta cinco veces más resistente que el acero y que en la actualidad es utilizada en la elaboración de chalecos antibalas. Lo que pocas personas saben es que dicha fibra fue descubierta por una mujer, Stephanie Kwolek.
Stephanie, quién se graduó como química en la Universidad Carnegie Mellon, se encontraba realizando experimentos con polímeros, cuando descubrió el Kevlar. Los primeros usos del Kevlar se dieron en neumáticos dado que su descubrimiento se dio en la búsqueda de materiales resistentes para su fabricación, pero actualmente ya se usa en el diseño de artículos espaciales, cables submarinos, cascos y frenos de automóviles. Además el uso más común es en la fabricación de chalecos antibalas usados por policías y militares a nivel mundial. Al terminar su carrera había patentado 11 inventos e innovaciones, aunque ha recibido más premios y reconocimientos por el Kevlar.
¿Qué hace al Kevlar tan especial? No sólo su resistencia que es superior al acero, sino que es un polímero muy liviano y por lo tanto, sirve para hacer chalecos resistentes a las balas, lo que ha permitido a miles de personas ser salvadas de morir, gracias a su descubrimiento.
La Biblia habla de una armadura que nos protege del mal. Es una armadura resistente, capaz de soportar los embates del enemigo y que nos permite resistir hasta las situaciones más difíciles.
Lo interesante de esta armadura, es que no es de fabricación humana ni un descubrimiento casual de un químico, sino es provista íntegramente por Dios. Lo único que tenemos que hacer los seres humanos es aceptarla y ponérnosla como parte de su equipamiento cristiano.
Luchar solos contra el mal no ayuda. Lo que verdaderamente sirve es que entendamos que hay una lucha superior a nuestras fuerzas, que Pablo la describe como una lucha que no es contra sangre y carne, y que el único que nos puede ayudar a vencer es Cristo. El poder de Dios obrando en la vida de un cristiano es la armadura y esa puede ser provista sólo si se acepta.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inedito: Héroes de verdad
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