“¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan” (1 Corintios 9:24)
En el deporte se han escrito historias extraordinarias y también otras que avergüenzan. Uno esperaría que la equidad y la justicia abundara en el deporte, pero la realidad es otra. Las mujeres, en general, han tenido que dar una dura batalla para ser consideradas aptas para practicar algunos deportes.
A Kathrine Switzer se le dijo que ninguna mujer podía correr un maratón.Corría el año 1967 y en aquel entonces, se consideraba a la mujer totalmente incapaz de completar los 42 kilómetros de un maratón. Se consideraba que la carrera era sólo cosa de hombres.
Ella decidió desafiar el mito y se inscribió en la carrera más exigente que había en ese momento, la maratón de Boston. Para no ser rechazada se inscribió con el nombre de K. V. Switzer. Sabía que no sería bien visto si una mujer se inscribiera. Se le dio el dorsal número 261. Cuando llegó a la zona de salida, acompañada de su entrenador y su novio, notó cómo el resto de participantes la miraban pero, lejos de molestarse o sorprenderse, le deseaban suerte. “Se alegraban de tener a una mujer a su lado a la hora de correr”, afirma. Y así arrancó la carrera.
Cuando iba corriendo, el oficial de la carrera, Jock Semple, intentó impedirle correr mientras le gritaba: “¡Fuera de mi carrera!” Su novio y su entrenador lo impidieron y pudo terminar la carrera. Así se inició otra página en la historia del deporte. Finalmente, las mujeres fueron aceptadas en la carrera en igualdad de condiciones. Kathrine ganó la carrera en el año 1974 y quedó segunda al año siguiente.
La mayoría de los varones no ha tenido que ganarse un lugar sólo por ser varón, de hecho, una gran cantidad de hombres ni siquiera entiende lo que deben pelear las mujeres para demostrar que son suficientemente buenas, en casi todo lo que emprenden, porque siempre son catalogadas o caracterizadas sólo por ser mujeres.
Dios es un Dios de justicia. Todo aquel que ama a Dios de verdad, intentará imitar a Dios actuando de manera justa y ecuánime. Nadie merece ser tratado de una manera inferior, simplemente por su género. Eso no corresponde a lo que Dios ha planeado para la raza humana.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inedito: Héroes de verdad
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