En el ojo del huracán


“¡Y el huracán los arrasa como paja!” (Isaías 40:24)

Un huracán es un fenómeno atmosférico que provoca vientos de una velocidad superior a los 180 kilómetros por hora. A su paso queda caos y destrucción total, pero en su centro -el llamado “ojo del huracán”- hay una calma total.

Todos nos encontramos sumergidos en una especie de huracán vital. Cientos de tareas y obligaciones nos mantienen constantemente ocupados. Corremos de un lado a otro. Cuando la vorágine pasa, comienza nuevamente otra situación que demanda nuestra atención y así todos los días. El sueño nocturno parece ser un breve descanso entre las múltiples obligaciones que nos acosan. Incluso, algunos, hasta en sueños suelen seguir con sus preocupaciones, por eso ni siquiera en la noche logran descansar plenamente.

Si no logramos detenernos, aunque sea algunos momentos durante el día dejamos de tener paz, y terminamos enfermos del cuerpo y de la mente. Se alteran nuestra salud emocional y física. Detenerse, descansar física y mentalmente, es estar en el ojo del huracán para poder seguir luchando con las obligaciones cotidianas.

Para quienes somos cristianos, un momento a solas para meditar en la Palabra, para orar, y dedicar momentos a la alabanza, es un descanso para la mente y el corazón.

Dedicar un día, para encontrarnos con nuestros hermanos en la comunidad cristiana, es otra forma de detenerse a recargar las energías para seguir en la lucha.

Finalmente, parar un momento, para ser solidarios con otros, ayuda a que salgamos del huracán y descansemos sirviendo.

“Toda la miseria del hombre deriva de no poder sentarse en silencio en un cuarto a solas” (Blas Pascal)


Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Reflexiones al amanecer

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