Matrimonio de a tres


“Cordón de tres dobleces no se rompe pronto” (Eclesiastés 4:12)

El título no tiene nada de provocador, sino hace referencia a lo que nunca un matrimonio cristiano debería olvidar, Dios debe ser el invitado esencial de toda relación de pareja. Cuando la divinidad está presente de manera activa en las decisiones y en los principios guiadores de la relación, no hay que temer, saldrán adelante y podrán tener éxito. La ausencia de Dios, por otro lado, provocará el efecto contrario, especialmente en momentos de necesidad y crisis.

¿Qué hace que la presencia de Dios tenga tanta importancia? En primer lugar, cuando una pareja decide que su relación será guiada por principios divinos, entonces, adquiere otro matiz. No hay lugar para conductas impropias o elecciones que no estén acorde con principios adecuados, cuando Dios es el invitado principal a la relación, ambos, varón y mujer, eligen acomodar sus existencias a la voluntad de Dios. No se dejan llevar por sus impulsos o caprichos, sino que eligen acomodarse a lo que Dios desea como premisa de vida para sus hijos.

Vivir conforme a la voluntad de Dios pone un norte claro en la existencia de la pareja. Muchos fracasan precisamente porque no siguen las instrucciones de Dios.

Dios es el autor del matrimonio. Es a él a quien hay que consultarle, a modo de manual de referencia, qué hacer para tener éxito.

Una de las primeras instrucciones que algunos olvidan, es precisamente que son creados a imagen y semejanza de Dios por lo tanto, la forma en que deben tratarse es como si estuvieran ante la presencia de ser santo, porque todos los hijos de Dios son la extensión de la divinidad y por lo tanto, están llamados a vivir la santa presencia de Dios en sus vidas. No podemos tratar de manera inadecuada a alguien que sabemos a ciencia cierta que es alguien creado a imagen y semejanza de Dios.

Lo segundo, es que de dicha santidad se desprende un respeto esencial a un ser que ha sido llamado a vivir conforme principios divinos. Respetar implica tratarlo como una criatura preciosa, tan valiosa que Jesús entregó su vida por ella. Los cónyuges que se saben redimidos, actúan como tales.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: LAZOS DE AMOR

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